28  de noviembre 2020 | Devoción Matutina para Damas 2020 | Instrumentos en sus manos

 

UN DÍA A LA VEZ

Lecturas Devocionales para Mujeres 2020

 

«De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza» (Sal. 8:2, RVR).

 

Un pequeño de apenas doce años salía todos los días a vender libros cristianos y a buscar almas para el reino de los cielos. Esa era su vida; esa era su misión. Una noche en que llevaba revistas para vender, se encontró en un lugar conocido como El Chaparral. Allí llegaban los hombres para beber alcohol y «divertirse». De pronto, a la distancia, el niño escuchó las bellas notas de un instrumento musical. Era una trompeta. Decidió seguir el sonido de la música hasta que entró al lugar de donde provenía, y encontró a un hombre de tez morena, ojos verdes y contextura corpulenta tocando la trompeta. Sin pensarlo dos veces, allí mismo le habló de Jesús. Aquel trompetista, que resultó tener una gran inclinación espiritual, se quedó impresionado con el niño que le mostró una salida a su vida de infortunio.

Aunque el niño no lo sabía, aquel hombre era uno de los mejores trompetistas del país. Poco tiempo después, se lo podía ver y escuchar tocando la trompeta en la iglesia, para honra y gloria de Dios. Sin embargo, los problemas de la vida lo ahogaron y nunca más se supo de él en la iglesia. No se supo de él, pero sí de sus hijos porque, antes de partir, ese hombre hizo algo maravilloso: les predicó a sus hijos el evangelio y los llevó a la iglesia. La mayoría de ellos se bautizaron. Actualmente, unas ocho personas, entre hijos, nueras y nietos, se congregan en la iglesia adventista y son fieles a Dios. Aunque todavía a día de hoy es un gran misterio el destino del trompetista, esperamos verlo allá, en el cielo.

Los frutos de aquel pequeño de doce años se multiplicaron exponencialmente; así es como obra La semilla del evangelio. También en nuestras vidas sucede igual. Solo en el cielo descubriremos cuántas almas son el resultado de nuestra predicación sencilla, tal vez de palabra, tal vez meramente a través del ejemplo.

No podemos dejar de ver que somos instrumentos en las manos del Señor. Tú y yo somos medios que él utiliza para atraer a las almas al pie de la cruz. Tu vida y mi vida, vividas con integridad, sencillez y servicio cristiano, darán maravillosos frutos para la honra y gloria de Dios. Recuérdalo cada mañana, antes de emprender tu rutina diaria. Y gracias, Señor, por ese privilegio.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2020



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