28 de agosto 2022 | Devoción Matutina para Damas 2022 | Petricor

«Derramaré agua para calmar tu sed y para regar tus campos resecos; derramaré mi Espíritu sobre tus descendientes, y mi bendición sobre tus hijos» (Isa. 44:3, NTV).

Ayer me bañé cuatro veces; anteayer, solo tres. No, no es que sea fanática de la higiene personal. Es que estamos atravesando una ola de calor sofocante, con temperaturas de entre 36 °C y 39 °C (lo cual es muy inusual en Watford, Inglaterra). Como casi nunca hace tanto calor, no cuento con ventiladores ni con aire acondicionado en mi departamento. Así que mi única estrategia de supervivencia es la ducha. Durante los últimos dos o tres días pronosticaron lluvia, pero no llovió nada. Finalmente, hoy se oyeron unos truenos a lo lejos y el delicioso olor a tierra mojada comenzó a infiltrarse por las ventanas. Tan solo momentos después, se desató una gloriosa lluvia torrencial y la temperatura finalmente bajó.
El aroma distintivo que acompaña a la primera lluvia después de un período de sequía tiene un nombre: petricor. Cuando no llueve por un tiempo, las plantas exudan aceites aromáticos que sirven para retardar la germinación de semillas. En contacto con el agua de lluvia, estos aceites son liberados (junto con otras sustancias) y producen el olor a tierra mojada. El petricor no solo huele rico, sino que además actúa como una señal química que les anuncia a plantas y animales que ya pueden reproducirse.
Dios sabe que estamos languideciendo de calor, desesperadas por la lluvia del Espíritu Santo. Sabe que deseamos ver en nuestra vida espiritual un crecimiento exponencial que solo su poder puede logar. Por eso, al sentir el inconfundible aroma del petricor, aunque nosotras solo vemos la tierra cuarteada, él nos dice: «Derramaré agua para calmar tu sed» (Isa. 44:3, NTV). No lo dudes ni un instante, el Señor cumplirá su promesa. «Todo lo que debemos hacer es mantener limpio el recipiente y ponerlo hacía arriba, listo para recibir la lluvia celestial», escribe Elena G. de White en Eventos de los últimos días (cap. 13, p. 165).
Abre los brazos bien grandes. Si tu alma lo anhela como tierra sedienta, el Espíritu descenderá sobre ti.

Espíritu Santo, mi alma te anhela como tierra sedienta. ¡Ven y llena mi corazón hasta que desborde! Revélame más profundamente el amor del Padre y del Hijo. Muéstrame los tesoros escondidos en tu Palabra, e ilumina mi comprensión. Lléname de poder para predicar el evangelio con humildad y amor. Porque Jesús lo prometió, confío en que lo harás.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2022



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