27 de junio | Devocional: Mi vida Hoy | La confianza quita el temor

Por lo cual, no resbalará para siempre: en memoria eterna será el justo. De mala fama no tendrá temor: su corazón está apercibido, confiado en Jehová. (Salmo 1:2, 6-7)

Dios ha dado en su Palabra pruebas suficientes del divino origen de ésta. Las grandes verdades que se relacionan con nuestra redención están presentadas en ella con claridad. Con la ayuda del Espíritu Santo que ha sido prometido a todos los que lo pidieran con sinceridad, cada cual puede comprender estas verdades por sí mismo. Dios ha dado a los hombres un fundamento firme en que cimentar su fe.

Con todo, la inteligencia limitada de los hombres resulta inadecuada para comprender los planes del Dios infinito. Nuestras investigaciones no nos harán descubrir jamás las profundidades de Dios. No debemos intentar con mano presuntuosa levantar el velo que encubre su majestad. El apóstol exclama: «¡Cuán incomprensibles son sus juicios, e inescrutables sus caminos!» No obstante podemos comprender lo bastante su modo de tratar con nosotros y los motivos que le hacen obrar como obra, para reconocer un amor y una misericordia infinitos unidos a un poder sin límites. Nuestro Padre en el cielo dirige todas las cosas con sabiduría y justicia, y no debemos vivir descontentos ni desconfiados, sino inclinarnos en reverente sumisión. El nos revelará sus designios en la medida en que su conocimiento sea para nuestro bien, y en cuanto a lo demás debemos confiarnos en Aquel cuya mano es omnipotente y cuyo corazón rebosa de amor.

Si bien es cierto que Dios ha dado pruebas evidentes para la fe, él no quitará jamás todas las disculpas que pueda haber para la incredulidad. Todos los que buscan motivos de duda los encontrarán…

La desconfianza hacia Dios es producto natural del corazón irregenerado que está en enemistad con él. Pero la fe es inspirada por el Espíritu Santo y no florecerá más que a medida que se la fomente. Nadie puede robustecer su fe sin un esfuerzo determinado…Sólo podemos estar seguros cuando confiamos humildemente en Dios y obedecemos todos sus mandamientos. (CS:581-582, 585) (188)

DEVOCIONAL MI VIDA HOY

Reflexiones para cada día

Elena G. de White

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