27 de diciembre 2020 | Devoción Matutina para Jóvenes | Paul Brand
Y den refugio a los que no tienen hogar. Isaías 58:7.
Sadogopán era un paria, rechazado, despreciado, ignorado y menospreciado por los demás. Era un limosnero que vivía en un caserío apartado de la población, con otros que compartían su misma suerte: era leproso.
Nació en el seno de una familia respetable y educada; con un futuro brillante, hasta que el médico movió la cabeza y dijo:
-Es lepra. No hay nada que pueda hacer por él.
A partir de ese trágico momento, Sadogopán abandonó su hogar para vivir una vida aislada, propia de un leproso. Se le formaron horribles llagas en los dedos de los pies. Se le paralizaron las manos y los dedos se le contrajeron hacia la palma de la mano. Además, se le desfiguró el rostro.
Un día llegó otro leproso a su choza con buenas noticias.
-Hay un médico en Vellore… un inglés… ¡Él puede sanar a los leprosos! Un rayito de esperanza traspasó la sombra que invadía el corazón de Sadogopán y otros como él. Con esto en mente, el leproso inició el viaje a Vellore. Cuando intentó subir a un autobús, se le ordenó que bajara de inmediato. No importa, caminaría. Por fin llegó a su destino, con los pies sangrantes y la ropa desgarrada.
-¿Dónde vive el doctor de la lepra? -preguntó.
-¡Ah! ¿Se refiere al Dr. Paul Brand? Siga ese camino. Lo llevará a su casa. Sadogopán rengueó los últimos metros que lo separaban de la casa de la familia Brand, donde le salió al encuentro una dama inglesa sonriente. -Lo siento mucho -le dijo-, el Dr. Brand está fuera de la ciudad. Sadogopán dio media vuelta y se dispuso a retirarse, con una sensación de desconsuelo que lo aplastaba y hundía. La Sra. Brand pudo leer la huella de su largo viaje en sus pies sangrantes y sus hombros caídos.
-No se vaya -lo detuvo cuando comenzaba a alejarse-. Quédese en casa hasta que el doctor regrese. Sería un honor tenerlo con nosotros.
Por primera vez desde que contrajera la mortal enfermedad, se sintió amado, aceptado y tratado como un ser humano.
Dudo que alguna vez un leproso toque a tu puerta, pero hay chicos en todas las escuelas, compañeros en todos los empleos, que son tratados como «leprosos». Los demás no quieren sentarse, jugar ni trabajar con ellos. Son los parias, son los marginados de cualquier clase con quienes Jesús espera que te amistes el día de hoy. ¿Lo harás?
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2020
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