26 de enero | Devocional: La fe por la cual vivo | Un sagrado memorial

Hizo memorables sus maravillas: clemente y misericordioso es Jehová. Salmos 111:4.

“Al bendecir el séptimo día en el Edén, Dios estableció un recordativo de su obra creadora. El sábado fue confiado y entregado a Adán, padre y representante de toda la familia humana. Su observancia había de ser un acto de agradecido reconocimiento de parte de todos los que habitasen la tierra, de que Dios era su Creador y su legítimo soberano, de que ellos eran la obra de sus manos y los súbditos de su autoridad. De esa manera la institución del sábado era enteramente conmemorativa, y fue dada para toda la humanidad. No había nada en ella que fuese obscuro o que limitase su observancia a un solo pueblo.”—Historia de los Patriarcas y Profetas, 28, 29.

“Todas las cosas fueron creadas por el Hijo de Dios. ‘En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios…. Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho.’ Y puesto que el sábado es un monumento recordativo de la obra de la creación, es una señal del amor y del poder de Cristo. El sábado dirige nuestros pensamientos a la naturaleza, y nos pone en comunión con el Creador. En el canto de las aves, el murmullo de los árboles, la música del mar, podemos oír todavía esa voz que habló con Adán en el Edén al frescor del día. Y mientras contemplamos su poder en la naturaleza, hallamos consuelo, porque la palabra que creó todas las cosas es la que infunde vida al alma.”—El Deseado de Todas las Gentes, 240.

“Si el sábado se hubiera santificado siempre, jamás habría podido haber ateos ni idólatras.”—Historia de los Patriarcas y Profetas, 349.

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DEVOCIONAL

LA FE POR LA CUAL VIVO

Elena G. de White

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