26 de diciembre 2020 | Devoción Matutina para Jóvenes | Leo B. Halliwell

Te sostendrán con sus manos para que ni siquiera te lastimes el pie con una piedra. Salmo 91:12.

Leo Halliwell piloteaba la lancha Luzeiro por un trecho desolado del río donde la selva formaba paredones profundos y verdes por ambos lados. De pronto avistó a tres hombres bien vestidos en una canoa, que le hacían señas.

-¿Nos podría remolcar río arriba? -preguntó uno de ellos.

Aunque Leo tenía como norma no llevar a extraños, algo le dijo que se detuviera.

-Tírales una soga, Jack -le ordenó a su hijo de quince años de edad.

Dos de los hombres subieron a la lancha mientras uno permanecía en la canoa. Ellos se pararon junto al timón, a un lado de Leo, y uno de ellos preguntó:

-¿Por cuál lado de las piedras piensa pasar?

-¿Cuáles piedras? -preguntó el misionero.

El hombre le arrebató el timón y lo hizo girar abruptamente a la izquierda. La lancha viró violentamente de la orilla hacia el centro del río.

Leo miró hacia atrás, y a menos de siete metros hacia donde se habían dirigido vio cientos de piedras debajo de la superficie del agua. Un segundo más, y la lancha de la misión se hubiera hecho añicos sobre ellas.

-Cuánto se lo agradezco -exclamó Leo-. Ha salvado nuestra lancha y, probablemente, nuestras vidas también.

El hombre sonrió, pero no dijo nada. En pocos minutos habían pasado el tramo peligroso del río y el extraño le regresó el timón a Leo.

-Señor, gracias por traernos hasta aquí -le dijo-. Si no es mucha molestia, detenga la lancha y nos bajaremos en este lugar.

Se le hizo un poco raro a Leo el pedido del hombre, siendo que no había visto ninguna señal de civilización a lo largo de la ribera. Pero detuvo la lancha, los dos hombres regresaron a su canoa y se adentraron en la corriente.

-Jack, observa bien por dónde van. No vi ningún muelle a lo largo de la orilla -le dijo a su hijo.

-¡Papá, han desaparecido! -respondió el jovencito.

Leo se dio vuelta, ¡y efectivamente, el río estaba vacío! No había ningún recodo en él, ninguna señal de forcejeo, ningún grito de auxilio. Los tres hombres y su canoa habían desaparecido. Mientras Leo se aferraba al timón, vinieron a su mente las palabras del texto de hoy.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2020



(1190)

DEJA UN COMENTARIO

Comentarios

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*