26 de agosto | Ser Semejante a Jesús | Elena G. de White | Trabajar, porque llega la noche de la Tierra

Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad. Daniel 12:3.

La obra que se nos confió es grande e importante; y para cumplirla necesitamos obreros sabios, desinteresados, capaces de consagrarse abnegadamente a la salvación de las almas. No hay lugar para los tibios; Cristo no puede usarlos.
Se necesitan hombres y mujeres cuyo corazón sea sensible a los sufrimientos humanos y que demuestren por medio de su vida que reciben y transmiten la luz, la vida y la gracia.
Los hijos de Dios deben acercarse a Cristo a través de la abnegación y el sacrificio, con el único propósito de dar al mundo entero el mensaje de misericordia.
Algunos trabajarán de un modo y otros de otro, según la manera en que el Señor los llame y conduzca. Pero todos deben trabajar en armonía, esforzándose por mantener en la obra un carácter de perfecta unidad. De viva voz y por la pluma deben trabajar para él. La Palabra de la verdad impresa debe ser traducida en varias lenguas y llevada a los extremos de la tierra.
Mi corazón está oprimido porque un número tan grande de los que podrían trabajar no hacen nada. Son juguetes de las tentaciones de Satanás. Cada miembro de la iglesia debe trabajar mientras dure el día; porque viene la noche cuando nadie puede trabajar. Muy pronto sabremos lo que es la noche. El Espíritu de Dios, contristado, se retira de la tierra. Las naciones están airadas unas contra otras.
Se hacen inmensos preparativos para la guerra. La noche se acerca. Levántese la iglesia para cumplir la tarea que le ha sido asignada. Todo creyente, cualquiera sea el grado de su instrucción, puede llevar el mensaje.
La eternidad se extiende ante nosotros. El telón está por levantarse. ¿Qué estamos pensando al aferrarnos egoístamente a nuestra comodidad mientras en derredor nuestro hay almas que perecen? ¿Está nuestro corazón completamente endurecido? ¿No podemos ver y comprender que nos incumbe hacer una obra en favor de nuestros semejantes? Hermanos y hermanas, ¿son de los que teniendo ojos no ven y teniendo oídos no oyen? ¿Será en vano que Dios les haya revelado su voluntad? ¿Será en vano que les haya dirigido amonestación tras amonestación con respecto a la proximidad del fin? ¿Creen las declaraciones de su Palabra tocante a las cosas que han de sobrevenir al mundo? ¿Creen que los juicios de Dios están suspendidos sobre los habitantes de la tierra? En caso afirmativo, ¿cómo pueden quedar tranquilos, ociosos e indiferentes?—Joyas de los Testimonios 3:294, 295.

DEVOCIONAL: SER SEMEJANTE A JESÚS
Elena G. de White

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