25 de enero | Devocional: Nuestra Elevada Vocación | La Biblia es una luz para mi camino
Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino. Salmos 119:105.
¿Por qué este Libro—este precioso tesoro—no ha de ser exaltado y estimado como un amigo valioso? Este es nuestro mapa que nos guía a través del tormentoso mar de la vida. Es nuestro libro-guía que nos muestra el camino hacia las mansiones eternas y el carácter que debemos poseer para habitar en ellas. No hay otro libro cuya lectura elevará tanto y fortalecerá la mente, como el estudio de la Biblia. En él, el intelecto encontrará temas del más elevado carácter para ejercitar sus potencialidades. No hay ninguna otra cosa que dotará de tanto vigor todas nuestras facultades, como ponerlas en contacto con las estupendas verdades de la revelación. El esfuerzo realizado para posesionarse y ponderar estos grandes pensamientos, expande la mente. Podemos cavar profundamente en la mina de la verdad y obtener preciosas gemas, con las cuales enriquecer el alma. Aquí aprenderemos la verdadera manera de vivir y la manera segura de morir.
La familiaridad con las Escrituras agudiza la capacidad de discernimiento, y fortifica el alma contra los ataques de Satanás. La Biblia es la Palabra del Espíritu, que nunca dejará de vencer al adversario. Es el único verdadero guía en todos los asuntos de fe y de práctica. La razón por la cual Satanás tiene tanto control sobre la mente y el corazón de los hombres, es que no han hecho de la Palabra de Dios su consejero, y todos sus caminos no han sido probados mediante la prueba verdadera. La Biblia nos mostrará el curso que debemos seguir para llegar a ser los herederos de la gloria.—The Review and Herald, 4 de enero de 1881.
Cuando el corazón se abra para dar cabida a la Palabra, la luz del trono de Dios brillará en el alma. Esa Palabra, apreciada en el corazón, presentará al estudiante un tesoro de conocimiento que es inapreciable. Sus principios ennoblecedores estamparán el carácter con honradez y confiabilidad, temperancia e integridad.—The Youth’s Instructor, 31 de diciembre de 1907.
DEVOCIONAL: NUESTRA ELEVADA VOCACIÓN
Elena G. de White
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