23 de septiembre 2020 | Devoción Matutina para Damas 2020 | El Espíritu Santo

 

UN DÍA A LA VEZ

Lecturas Devocionales para Mujeres 2020

 

«Yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con nosotros para siempre» (Juan 14:16, RVR 95).

 

Cuando hemos compartido tiempo de nuestra vida con una persona a la que apreciamos, con la que crecemos, cuya presencia nos llena y nos enseña grandes lecciones y, de pronto, esa persona se va, pasamos a sentir una gran soledad y un vacío. Nos parece que nadie podrá llenar ese espacio que su partida ha dejado. Eso fue lo que Les sucedió a los discípulos con respecto a Jesús. Habían pasado con él tres intensos años en los que habían aprendido a apreciarlo, con quien habían crecido espiritualmente más que nunca antes, cuya presencia los hacía sentir aceptados y perdonados, y cuyas lecciones eran profundas y revolucionarias; pero, de pronto, se fue. A pesar de que se lo había adelantado para que no los tomara por sorpresa, ellos se sintieron solos y con un gran vacío.

En esos momentos olvidaron que Jesús había dicho: «No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros» (Juan 14:18, RVR). No habían comprendido que, tras su muerte, el Espíritu Santo sería el Consolador de los cristianos. Jesús dejó un vacío en la vida de quienes lo conocieron y compartieron con él, pero el Consolador puede alcanzar a todas las almas, porque no tiene limitaciones espaciales, materiales ni temporales.

Jesús dijo: «Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. […] Cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad» (Juan 16:7, 8,13, RVR 95), porque él es quien nos da testimonio de Cristo (ver Juan 15:26). Él es quien nos muestra nuestro pecado (ver Juan 16:8).

¡Ten ánimo, querida amiga! Tienes un guía y un compañero infalible que te ayudará a llegar hasta el hogar celestial. Si no lo has sabido valorar hasta el día de hoy, es momento de que tengas plena consciencia de su existencia y de su intervención en tu vida.

«Así como el viento, el cual es invisible y, sin embargo, se ven y se sienten claramente sus efectos, así es la obra del Espíritu de Dios en el corazón humano. Ese poder regenerador, que ningún ojo humano puede ver, engendra una vida nueva en el alma; crea un nuevo ser a la imagen de Dios» (El camino a Cristo, p. 49).

DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2020



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