23 de mayo | Devocional: Una religión radiante | Cuando el hijo pródigo regresa
«Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero más gordo y mátenlo para celebrar un banquete”». Lucas 15: 22-23, NVT
POCO SE IMAGINABA el alegre e irreflexivo joven, cuando se alejaba del hogar paterno, el dolor y la ansiedad que dejaba en el corazón de su padre. Mientras bailaba y banqueteaba con sus alocados compañeros, poco pensaba en la sombra que se había extendido sobre su hogar. Y cuando con pasos cansados y penosos toma el camino de vuelta al hogar, no sabe que hay uno que espera su regreso. Sin embargo, «cuando aún estaba lejos», su padre lo distinguió. El amor percibe rápidamente. Ni aun la degradación de los años de pecado puede ocultar al hijo de los ojos de su padre, que «fue movido a misericordia, y corrió y se echó sobre su cuello» en un largo, estrecho y tierno abrazo «y lo besó» (Luc. 15: 20),.
El padre no había de permitir que ninguna mirada de desprecio se burlara de la miseria y los harapos de su hijo. Saca de sus propios hombros el amplio y rico manto y cubre la figura exangüe de su hijo […] El padre lo abraza, y hace que entre en casa. No se le da oportunidad de solicitar el puesto de un siervo. Es su hijo, y será honrado con lo mejor de que dispone la casa, y a quien los siervos y las criadas habrán de respetar y servir.
El padre dice a sus siervos: «¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero más gordo y mátenlo para celebrar un banquete» (Luc. 15: 22-23, NVI).— Palabras de vida del gran Maestro, cap. 16, pp. 159-160,
«Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente». Lucas 15: 10, NVI
MI RELEXIÓN PERSONAL
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UNA RELIGIÓN RADIANTE
Reflexiones diarias para una vida cristana feliz
Elena G. de White
(1543)
