23 de marzo | Devocional: Mi vida Hoy | No mirare la injusticia
No pondré delante de mis ojos cosa injusta: aborrezco la obra de los que se desvían: ninguno de ellos se allegará a mí. (Sal. 103:3)
Todos deben poner guardia a sus sentidos, para que Satanás no los venza; pues aquéllos son las avenidas del alma. (3T:507)
Evitad la lectura y contemplación de cosas que sugieran pensamientos impuros. Cultivad las facultades morales e intelectuales. (2T:410)
Entre los lugares de placer más peligrosos se cuenta el teatro. Este, en vez de ser una escuela de moralidad y virtud, como se pretende a menudo, un caldo de cultivo de la inmoralidad. Estos entretenimientos fortalecen y confirman los hábitos viciosos y las tendencias pecaminosas. Los cantos profanos, los gestos, expresiones y actitudes lascivos depravan la imaginación y degradan la moral. Cualquier joven que asista asiduamente a tales espectáculos irá corrompiendo sus principios. No hay en nuestro país un elemento más poderoso que pueda envenenar la imaginación, destruir las impresiones religiosas y embotar el gusto por los placeres tranquilos y las serias realidades de la vida, que los espectáculos teatrales.
Cada vez que se asiste a ellos, aumenta la afición a tales escenas, así como se fortalece el deseo de tomar bebidas espirituosas cuarto más se las consume. La única conducta segura es evitar el teatro, el circo, y cualquier otro lugar de dudosas diversiones.
Hay formas de recreación que benefician señaladamente la mente y el cuerpo. Un entendimiento instruido y con capacidad de discernir hallará abundantes maneras de entretenerse y divertirse, buscándolas en fuentes no solamente inocentes, sino instructivas… El gran Dios, cuya gloria irradia desde el cielo, y cuya mano divina sostiene millones de mundos, es nuestro Padre. Bastará con que lo amemos, confiemos en él como niñitos llenos de fe y confianza, para que él nos acepte como hijos suyos, y seamos herederos de la inexpresable gloria del mundo eterno. (4T:652-653) (89)
DEVOCIONAL MI VIDA HOY
Reflexiones para cada día
Elena G. de White
(1710)
ha sido de bendicion el Señor les bendiga