23 de enero | Devocional: Exaltad a Jesús | Un Restaurador
Serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar. Isaías 58:12.
El Hijo de Dios vino al mundo como un restaurador. El era el Camino, la Verdad, y la Vida. Cada palabra que pronunció era espíritu y vida. Hablaba con autoridad, consciente de su poder para bendecir a la humanidad y librar a los cautivos atados por Satanás; además, estaba consciente de que con su presencia podía traer al mundo una felicidad completa. Anhelaba ayudar a cada miembro de la familia humana que se encontrara oprimido y sufriente, y mostrarle que era su prerrogativa bendecir, no condenar.
Cuando Cristo realizaba las obras de Dios no se estaba adueñando de una facultad que no le perteneciera; porque éste era el propósito que el cielo le había encomendado, y para esto estaban a su disposición los tesoros de la eternidad. Ningún control le sería impuesto al disponer de sus dones. Pasó por alto a los que se autoengrandecían, los encumbrados y ricos, y se relacionó con los pobres y oprimidos, proporcionando a sus vidas una brillantez, una esperanza y una inspiración que nunca antes habían conocido. Pronunció una bendición sobre todos los que tuvieran que sufrir por su causa, declarando: “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo”. Mateo 5:11…
Cristo reconoció abiertamente su derecho a la autoridad y a recibir lealtad. “Vosotros me llamáis Maestro, y Señor—les dijo—; y decís bien, porque lo soy”. “Uno es vuestro Maestro, el Cristo”. Juan 13:13; Mateo 23:8. De ese modo mantuvo la dignidad que le correspondía a su nombre, y la autoridad y el poder que poseía en el cielo.
Hubo ocasiones cuando habló con la dignidad de su verdadera grandeza. Más de una vez declaró: “El que tiene oídos para oír, oiga”. Con estas palabras no hacía más que repetir la orden de Dios, cuando desde la excelencia de su gloria el Infinito había declarado: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd”. Mateo 17:5. De pie ante los fariseos de ceño fruncido, que trataban de poner en alto su propia importancia, Cristo no vaciló en compararse con los representantes más distinguidos que habían caminado sobre la tierra y declarar su propia eminencia sobre todos ellos.
Una de esas personas era Jonás, a quien la nación judía tenía en alta estima… Al traer a la mente de sus oyentes el mensaje de Jonás y su participación en la salvación de los ninivitas, Cristo dijo: “Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque a la predicación de Jonás se arrepintieron, y he aquí más que Jonás en este lugar”. Lucas 11:32.
Cristo sabía que los israelitas consideraban a Salomón como el más grande monarca que jamás hubiera empuñado un cetro sobre un reino terrenal… Sin embargo Cristo declaró: “He aquí más que Salomón en este lugar”. Vers. 31.—The Youth’s Instructor, 23 de septiembre de 1897.
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DEVOCIONAL
EXALTAD A JESÚS
Elena G. de White
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