23 de agosto | La fe por la cual vivo | Elena G. de White | La juventud cristiana y sus libros

Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si alguna alabanza, en esto pensad. Filipenses 4:8.

“Los que no quieren ser víctimas de las trampas de Satanás deben guardar bien las avenidas del alma; deben evitar el leer, mirar u oír lo que puede sugerir pensamientos impuros.”—Los Hechos de los Apóstoles, 372.

“Muchas de las publicaciones populares del día están llenas de episodios sensacionales, que educan a la juventud en la perversidad, y la llevan por la senda de la perdición. Niños de tierna edad son viejos ya en conocimiento del crimen. Son incitados al mal por las narraciones que leen…. Las semillas de la licencia son sembradas a manos llenas. Nadie debe admirarse de que de ello resulte abundante cosecha de crímenes.”

—El Ministerio de Curación, 243.

“Los lectores de novelas fomentan un mal que destruye la espiritualidad y eclipsa la belleza de la página sagrada. La novela crea una excitación malsana, enardece la imaginación, incapacita la mente para ser útil, separa el alma de la oración y la descalifica para cualquier práctica espiritual.”—Mensajes para los Jóvenes, 270.

“Jóvenes, leed la literatura que os proporcionará verdadero conocimiento y que será de ayuda a toda la familia. Decid firmemente: ‘No emplearé los preciosos momentos en leer lo que no sea de

provecho para mí, lo que me inhabilitará para ser útil a los demás…

Cerraré mis ojos a las cosas frívolas y pecaminosas.’”—Testimonies for the Church 7:64.

DEVOCIONAL LA FE POR LA CUAL VIVO

Elena G. de White

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