22 de octubre 2020 | Devoción Matutina para Jóvenes | Carlos Ricardo Drew

 

El que confía en su dinero se hundirá, pero los justos reverdecen como las hojas en primavera. Proverbios 11:28.

 

Carlos Drew, de ocho años de edad, se arrastraba cuidadosamente por la rama de un roble que daba a un escenario montado al aire libre. Debajo de él, Bert Williams y su grupo de trovadores cantaban a un público bastante numeroso.

-¡Más vale que desciendas! -le decía su amigo desde abajo- ¡Te vas a caer!

-¡No! ¡No me caigo! -replicó Carlos con jactancia mientras avanzaba por la rama.

En eso le cayeron unos trocitos de corteza al ejecutante del banjo. Este se detuvo unos instantes para quitárselos de la nariz.

Entonces resbalaron las piernas del niño y se sujetó de la rama con las dos manos. Allí estuvo colgado por unos instantes. Trató de enganchar una pierna en la rama para volver a su refugio en el árbol, pero no le fue posible. Movió frenéticamente sus piernecitas, pero no logró regresar a la rama.

Sin quererlo, captó la atención del público con sus acrobacias. Ellos pensaban que era parte del programa y reían gustosamente. Los músicos miraron hacia arriba para ver lo que sucedía, y dejaron de tocar. A Carlos se le cansaron los brazos y no pudo seguir colgado. Se le resbalaron las manos y cayó justo frente a Bert Williams.

-Muy bien, he oído decir que hay gente que haría cualquier cosa para entrar al teatro de las variedades; pero ¿no crees que estás exagerando las cosas un poco, hijo?

El público rugía de risa. Carlos se levantó y salió corriendo, mientras el gerente del teatro gritaba detrás de él:

-¡Agarren a ese chico!

Carlos se escabulló entre el público y desapareció en la oscuridad.

Cuando creció, descubrió el uso del plasma para las transfusiones sanguíneas. Aprendió a preservar el plasma durante largos períodos sin que se malograra. Su banco de sangre ayudó a salvar la vida de miles de soldados durante la Segunda Guerra Mundial.

Hay ocasiones en que todos nos exponemos trepados de una rama, tal como Carlitas. Nos arriesgamos y extremamos libertades que no nos corresponden porque confiamos en nuestra popularidad, riqueza, inteligencia o fuerza física, cuando no debiéramos hacerlo. Nos aventuramos más y más en territorio enemigo, pensando que un poquito de diversión no hace daño a nadie. Pensamos que podremos contenernos y salir de allí cuando queramos o hayamos visto lo suficiente. Tarde o temprano, experimentaremos una caída abrupta, igual que Carlos Drew.

 

DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2020



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