22 de noviembre | Mi vida Hoy | Elena G. de White | Proceder con honradez

No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. (Rom. 12:17)

En medio de las ocupaciones de la vida, un cristiano debe ser precisamente lo que desea que sus hermanos crean que es. Un sólido cimiento de principios guía su conducta. No urde tramas; por lo tanto no tiene nada que ocultar, nada que cubrir. Tal vez se le critique y ponga a prueba, pero su inquebrantable integridad fulgurará como oro puro. Es una bendición para todos los que se relacionan con él, porque su palabra es digna de confianza. Es un hombre que jamás sacará provecho de su prójimo. Es un amigo y benefactor para todo el mundo, y sus semejantes confían en su consejo. Un hombre realmente honrado nunca sacará provecho de la debilidad o incompetencia de los demás para llenar sus bolsillos. Acepta una suma equivalente al valor de lo que vende. Si los artículos que vende tienen defectos, se lo hace saber francamente al hermano o a su prójimo aun cuando al proceder así tal vez perjudique sus propios intereses.
En todos los aspectos de la vida se deben mantener los principios más estrictos de honradez. Estos no son los principios que gobiernan nuestro mundo, porque Satanás, engañador, mentiroso y opresor, es amo y señor, y sus súbditos lo imitan y cumplen sus propósitos. Pero los cristianos sirven a un Amo diferente, y deben efectuar sus actos en el Señor, sin tener en cuenta sus intereses egoístas. Tal vez a algunos les parezca poca cosa apartarse de la más estricta honradez en los negocios; pero el Señor no piensa lo mismo.
Tal vez una persona no sea de buena presencia, quizá sea deficiente en muchos sentidos; pero si tiene la reputación de ser honrado será respetado…El hombre que firmemente se adhiera a la verdad, conquistará la confianza de todos. No solamente confiarán en él sus hermanos en la fe, sino que también los incrédulos se sentirán constreñidos a reconocer que es un hombre honorable. (Carta 3, 1878) (341)

MI VIDA HOY
Reflexiones para cada día
Elena G. de White

(1733)

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Devocional, Mi vida Hoy

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