22 de mayo | Devocional: Mi vida Hoy | Regularidad en las comidas

¡Bienaventurada, tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora, por refección, y no por el beber! ( Prov. 31:21)

La regularidad en las comidas es muy importante para la salud del cuerpo y la serenidad de la mente. (CSS:118)
En general no se les enseña a los niños la importancia de saber qué comer, y cómo y cuándo hacerlo. Se satisfacen todos sus gustos, se les permite comer a cualquier hora y servirse fruta cuando ésta les tienta la vista, y esto, unido a los pasteles, tortas, pan y manteca y dulces que comen constantemente, los convierte en glotones y dispépticos. Los órganos del aparato digestivo, como un molino que constantemente está marchando, se debilitan; se pide prestada la fuerza vital del cerebro para aliviar el exceso de trabajo del estómago, y así decae el poder de las facultades mentales. Los estímulos poco naturales y el agotamiento de las fuerzas vitales los ponen nerviosos, los vuelven impacientes ante las restricciones, voluntariosos e irritables…Es difícil hacerles comprender el carácter vergonzoso y ofensivo del pecado. (Health Reformer, 05-1877)
No se le debe dar al niño nada que comer entre comidas, ni pastelería, ni nueces, ni frutas, ni manjar de ninguna clase. La irregularidad en las comidas destruye el tono sano de los órganos de la digestión, en perjuicio de la salud y del buen humor. (MC:363)
Otro hábito pernicioso es el comer inmediatamente antes de irse a acostar…El sueño es muchas veces molestado por pesadillas, y por la mañana se despierta uno sin haber descansado, y con pocas ganas de desayunar. Cuando nos entregamos al descanso el estómago debe haber concluido ya toda su tarea, para que él también, así como los demás órganos del cuerpo, pueda descansar. (MC:284)
Cada prohibición de Dios propende a la salud y eterno bienestar del hombre. (ST, 11-02-1875)
Cuando ellos [el pueblo de Dios] rompan con todos los hábitos que destruyen la salud, tendrán una percepción más clara de lo que constituye la verdadera piedad. Se verá una transformación maravillosa en su experiencia religiosa. (RH, 27-05-1902) (151)

DEVOCIONAL MI VIDA HOY
Reflexiones para cada día
Elena G. de White

(1796)

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