22 de julio | Devocional: La fe por la cual vivo | Fijemos nuestros ojos en Cristo

¡Oh Dios nuestro! ¿no los juzgarás tú? porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos lo que hemos de hacer, mas a ti volvemos nuestros ojos. 2 Crónicas 20:12.

“‘Yo estaba mirando,’ dice el profeta Daniel, ‘hasta que fueron puestos tronos; y el Anciano de días se sentó,… millares de millares ministraban delante de él, y millones de millones en su presencia se levantaban; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos.’

“Así se presentó a la visión del profeta el día grande y solemne en que los caracteres y vidas de los hombres habrán de ser revistados ante el Juez de toda la tierra, y en que a todos los hombres se les dará ‘conforme a sus obras.’ El Anciano de días es Dios, el Padre…. Él es el Autor de todo ser y Autor de toda ley, él es quien debe presidir en el juicio….

“‘Y he aquí que sobre las nubes del cielo venía Uno parecido a un hijo de hombre; y vino al Anciano de días, y le trajeron delante de él.’… La venida de Cristo descrita aquí no es su segunda venida a la tierra. El viene hacia el Anciano de días en el cielo para recibir el dominio y la gloria, y un reino, que le será dado a la conclusión de su obra de mediador. Es esta venida y no su segundo advenimiento a la tierra, la que la profecía predijo que había de realizarse al fin de los 2.300 días, en 1844. Acompañado por ángeles celestiales, nuestro gran Sumo Sacerdote entra en el lugar santísimo, y allí le vemos ante la presencia de Dios … para realizar el juicio y para hacer expiación por todos aquellos que resulten tener derecho a ella.”—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 533.

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DEVOCIONAL: LA FE POR LA CUAL VIVO

Elena G. de White

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