22 de enero | Devocional: Conflicto y Valor | Y camino con Dios
Génesis 5:21-24.
Vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén. Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años. Génesis 5:21-22.
Las Escrituras dicen que Enoc tuvo un hijo a los sesenta y cinco años… En la primera parte de su vida, Enoc había amado y temido a Dios y guardado sus mandamientos… Pero después del nacimiento de su primer hijo, Enoc alcanzó una experiencia más elevada, fue atraído a más íntima relación con Dios. Comprendió más cabalmente sus propias obligaciones y responsabilidades como hijo de Dios. Cuando conoció el amor de su hijo hacia él, y la sencilla confianza del niño en su protección; cuando sintió la profunda y anhelante ternura de su corazón hacia su primogénito, aprendió la preciosa lección del maravilloso amor de Dios hacia el hombre manifestado en la dádiva de su Hijo, y la confianza que los hijos de Dios podían tener en el Padre celestial. El infinito e inescrutable amor de Dios, manifestado mediante Cristo, se convirtió en el tema de su meditación de día y de noche; y con todo el fervor de su alma trató de manifestar este amor a la gente entre la cual vivía.
El andar de Enoc con Dios no era en arrobamiento o en visión, sino en el cumplimiento de los deberes de su vida diaria. No se aisló de la gente convirtiéndose en ermitaño, pues tenía una obra que hacer para Dios en el mundo. En el seno de la familia y en sus relaciones con los hombres, ora como esposo o padre, ora como amigo o ciudadano, fue firme y constante siervo de Dios…
Y este santo andar continuó durante trescientos años. Muchos cristianos serían más fervientes y devotos si supiesen que tienen sólo poco tiempo que vivir, o que la venida de Cristo está por suceder. Pero en el caso de Enoc su fe se fortalecía y su amor se hacía más ardiente a medida que pasaban los siglos.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 71, 72.
[Enoc] era uno con Dios en propósito. Si somos uno en propósito con Dios, nuestra voluntad se identificará con la suya y seguiremos todo camino por el cual nos conduzca el Señor. Como el hijo amante pone su mano en la de su padre y camina junto a él con perfecta confianza, esté el día oscuro o radiante, así los hijos e hijas de Dios caminarán con Jesús a través del gozo o del dolor. The Review and Herald, 3 de diciembre de 1889.
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DEVOCIONAL: CONFLICTO Y VALOR
Elena G. de White
(982)