21 de octubre 2021 | Devoción Matutina para Adolescentes 2021 | Misioneros con visión de futuro – 2da parte
«El ángel de Jehová acampa alrededor de los que lo temen y los defiende». Sal. 34:7, RV95
Los Stahl trabajaron incansablemente para llevar el evangelio a los pueblos indígenas de los Andes, y el trabajo rindió sus frutos. Cuando los ricos y poderosos se dieron cuenta de que ya no podían estafar a las clases bajas sin educación, comenzaron a oponerse violentamente a los Stahl. Ofendido por cómo los Stahl trataban a todos como iguales, debilitando así su poder político, en 1913 el obispo de Puno organizó una turba para atacarlos. Aunque no encontraron a nadie, destrozaron las casas de Stahl y de Camacho, y arrastraron a ocho adventistas por 33 kilómetros hasta la cárcel.
Los prisioneros fueron absueltos y puestos en libertad, y en 1915 lo ocurrido ayudó a inspirar la aprobación de una enmienda a la Constitución peruana, garantizando la libertad religiosa. Pero la oposición estaba lejos de terminar.
Cuantas más escuelas construían, más atacados eran los Stahl y sus compañeros creyentes. Las turbas incendiaron escuelas y atacaron a los maestros; numerosos adventistas fueron asesinados; y muchos estaban dispuestos a hacerles daño.
Un día, mientras trataban a pacientes en su clínica, una turba dirigida por sacerdotes de la aldea llegó amenazando con matarlos. Los sacerdotes lanzaron fuegos artificiales como señal de ataque, para luego acercarse corriendo, arrojando piedras. Una piedra le dio en la frente a Fernando y su rostro se llenó de sangre. Como pudo, logró llegar a una choza en busca de seguridad. Ana lo haló hacia adentro y cerró la puerta.
Las piedras continuaron estrellándose contra la estructura y los Stahl sintieron que su final había llegado. Mientras oraban juntos, Ana trató las heridas de Fernando. Un sacerdote gritó: «¡Prendan fuego al techo!». El rugido de la multitud era ensordecedor. Sin embargo, de repente las voces de la turba cambiaron, pasando de la ira al pánico.
En medio de su temor, los Stahl notaron que las voces se iban apagando, y escucharon que la multitud corría. Sus atacantes habían huido. Pero ¿por qué?
Finalmente, se aventuraron a mirar afuera. Todo estaba en silencio, así que salieron.
«¿Qué pasó?», se preguntaron. Sus amigos señalaron a un ejército de indígenas a la distancia que venía a rescatarlos. Al ver a este ejército, los atacantes habían huido despavoridos. Los Stahl no veían absolutamente a nadie, pero sabían que Dios había enviado a sus ángeles para protegerlos.
Después de muchos años en los Andes, los Stahl se mudaron a la cuenca del río Amazonas para continuar su trabajo misionero. Su legado sigue vivo en los corazones y en una cultura transformada.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADOLESCENTES 2021
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