21 de marzo 2025 | Devoción Matutina para Damas 2025 | Todos somos iguales

«Él no se pone de parte de los gobernantes, ni favorece más a los ricos que a los pobres, pues él fue quien los hizo a todos» (Job 34: 19).

El Premio Nobel de la Paz se otorga a una persona o a una institución por haber hecho un arduo y significativo trabajo a favor de la fraternidad entre las naciones. Una de las mujeres que han recibido dicho premio es la señora Rigoberta Menchú, originaria de Guatemala, en el año 1992. Su lucha a favor de los campesinos indígenas que estaban siendo discriminados llegó a esferas internacionales, de manera que su trabajo fue reconocido y premiado a nivel mundial.
Desde hace setenta años, el 21 de marzo es reconocido como el Día Internacional de la Discriminación Racial. El objetivo de esta fecha es crear conciencia de que todos tenemos los mismos derechos de inclusión, unidad y respeto. Pero sabemos que ese día existió mucho antes: el día en que todos fuimos hechos hijos e hijas de Dios fue aquella tarde de viernes cuando Jesús nos unió con su muerte en la cruz por todos nosotros, sin distinción de raza.
Sin duda es él quien merece el Premio Nobel de la Paz. Pero ¿qué vemos hoy?
A pesar de los esfuerzos realizados, es patente la discriminación que muestran algunas personas hacia sus semejantes. Como hijas de Dios, es nuestro deber continuar con el legado de Jesús de tratar a todos como iguales, sin importar su raza, su género o su posición social.
Seamos dignas embajadoras del Cielo y mostremos amor por nuestros semejantes. Así como usamos cortesía con una prestigiosa doctora, usemos cortesía con una humilde vendedora ambulante. Representar a Cristo ante el mundo significa tratar a quienes se cruzan en nuestro camino como Cristo los trataría. La escritora Elena G. de White afirma: «La luz que brilla del trono de Dios sobre la cruz del Calvario para siempre pone fin a las separaciones hechas por el hombre entre clases y razas» (Exaltad a Jesús, 2 de noviembre).
En cierta ocasión, en la ciudad de Cancún, México, unos trabajadores trataron de expulsar a una vendedora ambulante que se había escabullido, según ellos pensaban, en su hotel de cinco estrellas. La señora portaba el atuendo maya con el que se identifica, y por ese motivo no le permitían la entrada. Resultó que se trataba de la señora Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, la misma que lucha porque todos sean tratados por igual.
«Por cuanto lo hicieron a uno de mis hijos más pequeños, a mí lo hicieron» (ver Mateo 25: 40), comentó Jesús. Este es un gran motivo para no hacer acepción de personas.

Posdata: Feliz digna embajadora del Cielo.

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DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2025



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