21 de diciembre | Ser Semejante a Jesús | Elena G. de White | Dios requiere arrepentimiento y una vida santa

Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio… Génesis 18:19.

El plan de Dios para nuestra salvación es perfecto en todo sentido. Si realizamos fielmente los deberes que nos han sido asignados, nos irá bien en todo. Lo que causa la discordia y provoca desdicha y ruina es nuestra apostasía. Dios nunca usa su poder para oprimir a las criaturas que son obra de sus manos; nunca requiere más de lo que podemos realizar; nunca castiga a sus hijos desobedientes más de lo que es necesario para inducirlos al arrepentimiento o para disuadir a otros para que no sigan su ejemplo. Es inexcusable la rebelión contra Dios.—Comentario Bíblico Adventista 2:993.
Los juicios de Dios siguen rápidamente sobre la transgresión. Sus consejos y reproches, las manifestaciones de su amor y misericordia, y las demostraciones a menudo repetidas de su poder, todas son una parte del plan de Dios para proteger a su pueblo del pecado, para hacerlos puros y santos, con el fin de que él pueda ser su fuerza y escudo y galardón sobremanera grande. Pero las transgresiones persistentes de los israelitas, su prontitud para desviarse de Dios y el olvido de sus misericordias mostraron que muchos habían elegido ser siervos del pecado, más bien que hijos del Altísimo. Dios los había creado, Cristo los había redimido.
De la casa de servidumbre, su clamor de angustia ascendió al trono de Dios, y él extendió su brazo para rescatarlos en consideración a ellos, trayendo desolación sobre toda la tierra de Egipto. Les concedió altos honores. Los hizo su pueblo peculiar, y derramó sobre ellos innumerables bendiciones. Si le obedecían, los haría una gran nación; una alabanza y excelencia en toda la tierra. Dios tenía la intención de magnificar su nombre mediante su pueblo elegido, mostrando la vasta diferencia entre los justos y los impíos, los siervos de Dios y los adoradores de ídolos.
Josué trató de mostrar a su pueblo la inconsistencia de su curso de apostasía.
Les deseó que sintieran que había llegado el tiempo para hacer un cambio decidido, para que abandonaran todo vestigio de idolatría y se volvieran al Señor con todo su corazón. Se esforzó para impresionar sobre su mente el hecho de que la apostasía abierta no sería más ofensiva ante Dios que la hipocresía, y una forma de adoración sin vida.
Si tener el favor de Dios era digno de algo, era digno de todo; así lo había decidido Josué, y después de pesar todo el asunto, había decidido servir a Dios con todo el corazón. Y más que esto, se esforzaría por inducir a su familia a seguir el mismo proceder.—The Signs of the Times, 19 de mayo de 1881.

DEVOCIONAL: SER SEMEJANTE A JESÚS
Elena G. de White

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