21 de agosto | Devocional: Una religión radiante | La insensatez de la maldad

«El necio se divierte con su mala conducta, pero el sabio se recrea con la sabiduría». Proverbios 10: 23, NVT

En el Antiguo Testamento se califica de «insensato» al apóstata o a la persona que se entregó a la iniquidad — El discurso maestro de Jesucristo, cap. 3, p. 94-

En los días de Noé […] había muchos gigantes de gran estatura y fuerza, renombrados por su sabiduría, con habilidad para llevar a cabo las más sofisticadas e impresionantes obras. Pero la culpa en que incurrieron al dar rienda suelta a la iniquidad fue proporcional a su pericia y capacidad. Dios había concedido ricos y variados talentos a los antediluvianos; pero los usaron para glorificarse a sí mismos, y los transformaron en maldición poniendo sus afectos en ellos en vez de en Aquel que se los había otorgado. Emplearon el oro y la plata, las piedras preciosas y las maderas más selectas en la construcción de sus mansiones y trataron de superarse unos a otros en el embellecimiento de sus moradas con las más hábiles obras del ingenio humano. No procuraban más que satisfacer los deseos de sus orgullosos corazones, y se aturdían en escenas de placer y perversidad. […]

«Vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos de su corazón solo era de continuo el mal […]. La tierra se corrompió delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia» (Gen. 6: 5, 11). El Señor había dado a los hombres sus mandamientos como norma de vida, pero su ley fue despreciada, y como resultado cometieron todos los pecados imaginables. La impiedad era manifiesta y osada, la justicia quedó pisoteada en el polvo, y las lamentaciones de los oprimidos ascendieron hasta el cielo. […]

Los pecados que acarrearon la venganza sobre el mundo antediluviano persisten hoy. El temor de Dios ha desaparecido de los corazones, y su ley es vista con indiferencia y desdén. La intensa mundanalidad de aquella generación es igualada por la de la presente.— Patriarcas y profetas, cap. 7, pp. 69-78.

MI RELEXIÓN PERSONAL

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DEVOCIONAL: UNA RELIGIÓN RADIANTE

Reflexiones diarias para una vida cristiana feliz

Elena G. de White

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