20 de octubre 2020 | Devoción Matutina para Damas 2020 | El chat de oración
UN DÍA A LA VEZ
Lecturas Devocionales para Mujeres 2020
«Si mi pueblo […] ora, me busca y dejo su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo» (2 Crón. 7:14).
Alice participaba en un chat de oración, sin sospechar que de la actividad de ese grupo derivaría un milagro en su vida. El 5 de enero de 2017, cuando salía de la escuela en la que trabaja, resbaló y sufrió una caída. El guardia de seguridad acudió para ayudarla a levantarse y fue ahí cuando descubrieron que su mano derecha no estaba bien. Con dolor, fue trasladada al hospital, donde le practicaron los exámenes de rigor. El radio estaba roto y desplazado, así que la derivaron a un traumatólogo. Había que volver a poner el hueso en su Lugar, por lo que la anestesiaron, se lo colocaron y esperaron al siguiente examen. Al salir del hospital, Alice envió un mensaje a las hermanas del chat de oración, pidiéndoles específicamente que oraran por un milagro. Ellas comenzaron a orar al instante.
Al día siguiente, la mala noticia no se hizo esperar: había que operar, pero no había disposición de quirófano para ella, así que La mandaron a casa con una baja laboral de un mes. Durante ese tiempo, el dolor aumentó tanto, que Alice no podía dormir. En una ocasión decidió ir a emergencias, donde le quitaron el yeso y descubrieron que el hueso del dedo pulgar también estaba roto. Sin embargo, aún no había disponibilidad en el hospital para llevarla a quirófano. Alice no perdió su confianza en Dios; sabía que sus hermanas del chat continuaban orando por ella.
El 15 de marzo, más de dos meses después, fue la fecha de la operación. Alice escribió de nuevo al chat, pidiendo que oraran por un milagro. Cuando le estaban buscando la vía para aplicarle la anestesia, el especialista decidió revisarle la mano e indicó a la asistente que hicieran una última radiografía. «El hueso ha soldado solo, no la vamos a operar. Irá directamente a rehabilitación», le comunicó el cirujano. Han pasado dos años y su mano está totalmente bien: cero dolor, cero molestias y movilidad recuperada al ciento por ciento, para honra y gloria de Dios.
La tecnología moderna nos permite unimos a la distancia para orar juntas al Señor. El pueblo de Dios está repartido por toda la tierra, pero ya no existen fronteras. Unámonos en oración por medio de iniciativas como esta en la que participa Alice, y esperemos la intervención de Dios. La unión hace la fuerza.
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