20  de noviembre 2020 | Devoción Matutina para Damas 2020 | Oró Jonás a Dios

 

UN DÍA A LA VEZ

Lecturas Devocionales para Mujeres 2020

 

«Jonás oró al Señor su Dios desde dentro del pez, diciendo: ‘En mi angustia clamé a ti, Señor, y tú me respondiste'» (Jon. 2:1,2).

 

José era un joven salvadoreño al que le gustaba nadar y, de hecho, nadaba muy bien. En una ocasión, acompañado de sus amigos, José estaba jugando entre las olas del mar mientras ellos lo observaban desde la seguridad de la arena. Él iba avanzando mar adentro, sin temor alguno a lo que pudiera pasar. Se sentía seguro de sus habilidades en el agua, hasta que, en un instante, comenzó a dar vueltas sin control. Una enorme ola lo había arrastrado con tal fuerza, que se sentía ir al fondo y no hallaba la forma de salir a flote. Comprendió que se estaba ahogando. Cuenta él que un sentimiento de desesperación lo invadió y, en su angustia, clamó: «¡Dios mío, si me salvas hoy de la muerte, me esforzaré en volver a tus caminos!» Dios salvó a José de la muerte en aquella oportunidad, y José es hoy un hombre de oración.

En la Biblia encontramos a otro hombre que tuvo problemas en alta mar, hasta tal punto que creyó que moriría ahogado. Estoy hablando de Jonás. Él se alejó de Dios, por causa de un mensaje que le pidió que diera. En lugar de viajar a Nínive para colaborar con el Señor en la causa de la salvación de las almas, se fue en sentido contrario, huyendo de la presencia del Todopoderoso. Pero, querida amiga, eso es imposible. De Dios no podemos huir.

Fue precisamente en ese barco al que se subió para evadir al Señor que su realidad lo alcanzó. Lanzado al agua por los demás tripulantes, se halló de pronto en un mar embravecido. El mar, sin embargo, se calmó por la intervención divina y Jonás fue tragado por un gran pez. «Entonces Jonás oró al Señor su Dios desde dentro del pez, diciendo: ‘En mi angustia clamé a ti, Señor, y tú me respondiste. Desde las profundidades de la muerte clamé a ti, y tú me oíste. Me arrojaste a lo más hondo del mar, y las corrientes me envolvieron. Las grandes olas que tú mandas pasaban sobre mí. Llegué a sentirme echado de tu presencia. […] Al sentir que la vida se me iba, me acordé de ti, Señor. […] ¡Solo tú. Señor, puedes salvar!’ » (Jon. 2).

En cualquier momento de nuestra vida, podemos ser un Jonás o un José. Recordemos que Dios está ahí; oremos; confiemos en su salvación.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2020



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