20 de enero | Devocional: Una religión radiante | Mi fortaleza
«El Señor es mi poderoso protector; en él confié plenamente, y él me ayudó. Mi corazón está alegre; cantaré y daré gracias al Señor». Salmo 28: 7, DHH
El cuidado de Dios SE MANIFIESTA en favor de los más débiles de sus hijos. Ningún acto de crueldad u opresión contra ellos es pasado por alto en el cielo. La mano de Dios se extiende como un escudo sobre todos los que lo aman y temen.— Patriarcas y profetas, cap. 26, p. 272.
Debido a la gran intensidad de las tentaciones de Satanás, los tiempos en los cuales vivimos están llenos de peligros para los hijos de Dios, y necesitamos aprender cons- tantemente del gran Maestro, a fin de que podamos dar cada paso con seguridad y acierto. […]
Los que anden humildemente delante de Dios, desconfiando de su propia sabiduría, comprenderán su peligro y se percatarán del cuidado protector de Dios.’— Consejos para ios maestros, cap. 43, pp. 306-308.
El gran Dios, cuya gloria brilla desde el cielo y cuya mano divina sostiene millones de mundos, es nuestro Padre. Nos basta con amarlo y depender de él, como si fuéramos niños en fe y confianza, y nos aceptará como hijos e hijas suyos, por lo que seremos llamados herederos de toda la gloria inexpresable del mundo eterno. El guiará a todos los humildes en el juicio y les indicará su camino. Si obedecemos su voluntad, aprendiendo con gozo y perseverancia las lecciones de su providencia, una y otra vez nos dirá: «Hijo, ven a casa, a las mansiones celestiales que tengo preparadas para ti».— Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 647, adaptado.
Mi reflexión personal
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UNA RELIGIÓN RADIANTE
Reflexiones diarias para una vida cristana feliz
Elena G. de White
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