2 de noviembre 2025 | Devoción Matutina para Adultos 2025 | Un cementerio alegre

NOVIEMBRE: FRENTE AL DOLOR

«Aconteció después, que […] cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, que era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad. Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: «No llores». Acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: «Joven, a ti te digo, levántate». Entonces se incorporó el que había muerto y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre» (Lucas 7: 11 -15).

Es de suponer que, por lo menos ese día, en el cementerio de la ciudad de Naín hubo ecos de alegría. Jesús vino a este mundo para decirnos, entre otras cosas, que la muerte no tiene por qué ser el punto final de nuestra existencia. Dios quiere darnos a todos vida eterna y nos ha enseñado cómo recibirla (ver Juan 3: 16).
Como esa esperanza de que tras la muerte Dios nos ofrece una vida mejor no es compartida por todos, los cementerios suelen ser tristes. Pero conozco uno que lo es menos que otros. Se trata del llamado «Cementerio Alegre» (en rumano Cimitirul Vesel), que está en un pueblecito llamado Sapantza, en el condado de Maramureș (Rumanía), cerca de la frontera con Ucrania.
Llaman la atención sus tumbas con cruces de madera, protegidas por una especie de tejadillo, coloreadas sobre todo de azul, y decoradas con pinturas ingenuas. Cada epitafio describe, de manera graciosa y rimada, a la persona que está enterrada allí, a través de algunas escenas de su vida.
Según los cronistas locales, esta original idea se debe a Stan loan Patras, un artista local que empezó en 1935 a pintar las innovadoras lápidas con su peculiar estilo, mezcla de viñetas de cómic, pintura naíf e iconografía popular tradicional. Durante más de cuarenta años se dedicó a esta tarea, hasta su muerte en 1977, en que fue sucedido por Dumitru Pop, que siguió esa costumbre con el estilo de su maestro.
Como difícilmente podía ser de otra forma, el fundador del Cementerio Alegre descansa en el mismo camposanto, en su tumba correspondiente. Y desde hace décadas el Cementerio Alegre se ha convertido en un insólito museo al aire libre y en una singular atracción turística.
Mucho más positiva todavía, aunque bien diferente, tendría que ser nuestra actitud de cristianos. Porque asumimos la muerte con realismo, sabiendo que, aunque marca el fin de nuestro paso por esta tierra, no significa en absoluto el fin de nuestra existencia.
Hoy termino mis reflexiones con este humorístico consejo de Mark Twain: «Cumplamos la tarea de vivir de tal modo que cuando muramos hasta en la funeraria lo sientan».
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DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2025



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