2 de enero 2023 | Devoción Matutina para Jóvenes 2023 | Marca de calidad
«En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.» 1 Juan 4:10
El origen de la palabra ‘carácter’ es muy interesante. Proviene de un término griego que hacía referencia a un instrumento que servía para grabar o marcar una imagen. Se empleaba sobre todo en la ganadería para identificar a las reses y a su propietario. La imagen hacía referencia a las características del dueño, sea por su nombre o por los rasgos de su naturaleza, o a sus creencias. Por ejemplo, en Atenas, donde eran muy devotos de Atenea, la diosa de la guerra y la sabiduría, se marcaban muchos objetos con una lechuza que la representaba. El tetradracma, con su ave de grandes ojos, llegó a convertirse en la moneda de más valor hace unos 2.500 años.
Para los cristianos, quien nos marca, creando una imagen de Dios en nuestra existencia, es Jesús. Su amor por nosotros nos convierte en otras personas, su vida es el modelo que modifica nuestro ser, nuestro carácter. Como indica con total claridad Elena G. White: «La hermosura del carácter de Cristo ha de verse en los que le siguen. Él se deleitaba en hacer la voluntad de Dios. El poder que predominaba en la vida de nuestro Salvador era el amor a Dios y el celo por su gloria. El amor embellecía y ennoblecía todas sus acciones. El amor es de Dios; el corazón inconverso no puede producirlo u originarlo. Se encuentra solamente en el corazón donde Cristo reina. “Nosotros amamos, por cuanto él nos amó primero.” En el corazón regenerado por la gracia divina, el amor es el móvil de las acciones. Modifica el carácter, gobierna los impulsos, restringe las pasiones, subyuga la enemistad y ennoblece los afectos. Este amor atesorado en el alma endulza la vida y derrama una influencia purificadora sobre todos los que están en derredor» (El camino a Cristo, p. 59],
La imagen de Cristo en nuestras vidas hace que nuestros trazos sean precisos y aprendamos a dominar los impulsos. Permite que nuestras existencias tengan equilibrio y nos ejercitemos en limitar las pasiones. Asegura que nuestras tendencias caídas sean controladas y experimentamos eso de tener pocos adversarios. Pone color a nuestro ser, y potencia lo mejor de nuestros cariños. El resultado no solo nos embellece sino que despierta en los demás el anhelo de más belleza.
No hay marca como la del amor de Cristo, perfila el carácter como ninguna otra.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2023
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