2 de agosto | Mi vida Hoy | Elena G. de White | Celoso de buenas obras

Qué se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad, y limpiar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. (Tito 2:14)

Los seguidores de Cristo han sido redimidos para servir. Nuestro Señor enseña que el verdadero objeto de la vida es el ministerio. Cristo mismo fue obrero, y a todos sus seguidores les presenta la ley del servicio, el servicio a Dios y a sus semejantes. Aquí Cristo presenta al mundo un concepto más elevado acerca de la vida, de lo que jamás ellos habían conocido. Mediante una vida de servicio en favor de otros, el hombre se pone en íntima relación con Cristo. La ley del servicio viene a ser el eslabón que nos une a Dios y a nuestros semejantes.

Cristo confía «sus bienes» a sus siervos: algo que puedan usar para él. Da «a cada uno conforme a su facultad.» Cada uno tiene su lugar en el plan eterno del ciclo. Cada uno ha de trabajar en cooperación con Cristo para la salvación de las almas. Tan ciertamente como hay un lugar preparado para nosotros en las mansiones celestiales, hay un lugar designado en la tierra donde hemos de trabajar para Dios…

Y todos los que quieran ser obreros juntamente con Dios, deben esforzarse por alcanzar la perfección de órgano del cuerpo y cada cualidad de la mente. La verdadera educación es la preparación de las facultades físicas, mentales y morales para la ejecución de todo deber; es el adiestramiento del cuerpo, la mente y el alma para el servicio divino…

El Señor requiere que cada cristiano crezca en eficiencia y capacidad en todo sentido. Cristo nos ha pagado nuestro salario su propia sangre y sufrimiento, para obtener nuestro servicio voluntario. Vino a nuestro mundo para darnos un ejemplo de cómo debemos trabajar, y qué espíritu debiéramos manifestar en nuestra labor. Desea que estudiemos la mejor forma de hacer adelantar su obra y glorificar su nombre en el mundo, coronando de honor y del más grande amor y devoción al Padre que «de tal manera amó…al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (LP:297-301) (226)

 

DEVOCIONAL ADVENTISTA

MI VIDA HOY

Reflexiones para cada día

Elena G. de White

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