19 de septiembre 2025 | Devoción Matutina para Jóvenes 2025 | Una ciudad maravillosa

«En este mundo no tenemos una ciudad que permanezca para siempre, sino que vamos en busca de la ciudad futura». Hebreos 13: 14

Mi viaje a Nueva York fue la realización de un sueño largamente acariciado; sin embargo, la realidad que encontré distó considerablemente de las deslumbrantes imágenes cinematográficas. En lugar de sumergirme en la ciudad bajo el manto blanco y festivo de la Navidad, me encontré enfrentando el ardiente calor del verano. En vez de recorrer los lujosos rascacielos de la Quinta Avenida, mi travesía se centró en la imperiosa necesidad de vender libros para financiar mis estudios universitarios. Nueva York dejó de ser un escenario de película, transformándose en mi desafío cotidiano durante los meses del verano.
Este contraste entre las expectativas y la realidad me invita a reflexionar sobre las ciudades que erigimos en nuestras mentes y corazones. ¿Con cuánta frecuencia anhelamos un escenario perfecto, solo para enfrentarnos a la cruda verdad de las circunstancias? Así como Nueva York no se alineó con mis fantasías, nuestras vidas a menudo nos desafían de maneras imprevistas.
Ahora bien, la Biblia nos presenta la visión de una ciudad celestial, una urbe construida directamente por las manos de Dios. Se describe como una ciudad con fundamentos sólidos, donde el Señor es el arquitecto y constructor. Este lugar va más allá de las brillantes luces de Times Square o los imponentes rascacielos de Manhattan; es una morada eterna, un sitio que no dejará insatisfecho a nadie.
Juan pinta esta ciudad con estas elocuentes palabras: «Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de la presencia de Dios. Estaba arreglada como una novia vestida para su prometido» (Apocalipsis 21: 2). Y a renglón seguido se nos explica que en esa ciudad «ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor; porque todo lo que antes existía ha dejado de existir» (vers. 4). Tú y yo estamos invitados a vivir en esa ciudad diferente, una ciudad con los fundamentos eternos, planeada y construida por Dios para cada uno de nosotros.
Al comparar mi experiencia terrenal con la promesa de esta ciudad celestial, encuentro consuelo y ahora soy más consciente de que «en este mundo no tenemos una ciudad que permanezca para siempre, sino que vamos en busca de la ciudad futura» (Hebreos 13: 14). Allí tendremos una sociedad nueva, una tierra majestuosa y una permanente comunión con nuestro Dios. ¿No te gustaría viajar a esa ciudad?

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DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2025



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