19 de septiembre 2025 | Devoción Matutina para Adultos 2025 | Perdidos y encontrados

SEPTIEMBRE: HACIENDO MI PARTE EN LA MISIÓN

«Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido» (Lucas 19: 10).

El 2 de mayo de 2016 una sobrina de Miguel R., un querido amigo nuestro, salió de excursión en un barquito con unos compañeros de trabajo a visitar unos puntos de interés turístico de la costa de la isla malasia de Balambangan. Aunque el mar estaba un poco agitado, las condiciones climatológicas eran buenas y pensaban estar de regreso en un par de horas.
Marta y David, los dos jóvenes españoles de la expedición, solo llevaban unos meses en Borneo (Malasia), empleados en un complejo hotelero, donde trabajaban en la gestión y el mantenimiento respectivamente. Al parecer, al poco de salir de la isla, el motor del barco falló y la embarcación naufragó, quedando a la merced de las corrientes marinas. Como carecía de GPS, de radio y de balizas de emergencia, fue arrastrada a la deriva muy lejos de su rumbo inicial.
Al pasar el tiempo sin ninguna noticia, la desaparición de estos jóvenes disparó las alarmas de varias hipótesis, entre otras, la de que hubiesen sido secuestrados por terroristas. Y allí empezó una tremenda operación de búsqueda.
Tras mucha oración y una afanosa movilización de medios, los jóvenes fueron encontrados con vida el 12 de mayo de 2016 a bordo de un pesquero vietnamita después de diez angustiosos días perdidos en el mar, sin alimentos, sin agua, sin radio, sin nada.
Nuestro amigo Miguel, controlador aéreo que había volado a Malasia en busca de su querida sobrina, no encontraba palabras para describir su alegría al poder abrazarla de nuevo.
El gobierno español agradeció al de Malasia el esfuerzo dedicado a buscar a los desaparecidos: en las operaciones habían llegado a participar nueve buques, tres aviones, un helicóptero y un grupo de buceadores. El ministro García-Margallo declaró, conmovido: «Creo que no se ha podido hacer un esfuerzo mayor».
Eso es lo que podemos decir también, aun con más razón, de la inmensa operación de rescate llevada a cabo por Jesús de Nazaret, venido a este mundo para «buscar y salvar lo que se había perdido». No podía haber hecho un sacrificio mayor en nuestro favor (ver Fil. 2: 5-7).
Para nosotros es un honor saber que la continuación de esta gran operación de salvamento la ha confiado a sus seguidores. Porque ¡cuántos seres humanos se encuentran también perdidos y sin rumbo, náufragos de sus propios problemas, sin hallar cómo orientarse, arrastrados por su propio infortunio hacia una muerte segura!

Señor, deseo trabajar en tu equipo para seguir buscando a personas a quienes tú viniste a salvar.

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DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2025



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