19 de septiembre 2020 | Devoción Matutina para Damas 2020 | Su misericordia

UN DÍA A LA VEZ

Lecturas Devocionales para Mujeres 2020

 

«Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad» (Lam. 3:22,23, RVR).

 

El 26 de diciembre de 2013, Flor Narváez habló por teléfono con su hermana, contándole lo mal que se sentía; acto seguido se acostó y se durmió pero, al día siguiente, no se despertó. Cuando la descubrieron, inconsciente, la trasladaron al hospital más cercano. El diagnóstico fue desolador: tenía un tumor cerebral. Siete días después recuperó la consciencia, y los médicos decidieron llevarla inmediatamente al quirófano.

—Flor no tiene muchas esperanzas de seguir viviendo —sentenció el cirujano tras la operación.

A pesar de todo, su hija y sus hermanos de iglesia no cesaban de elevar oraciones por ella. Un milagro estaba a punto de ocurrir no solo para Flor, sino también para algunos de sus familiares que se habían apartado de la iglesia hacía mucho tiempo y, conmovidos por la intervención divina en la vida de Flor, decidieron regresar. La fe y la confianza en Dios habían vuelto a sus vidas al ver que una hija del Señor que tenía cero probabilidades de volver a hablar, caminar o valerse por sí misma a causa de un tumor cerebral, volvía a recuperar una vida normal. Primero empezó a caminar sola; meses después, a comer sin necesidad de sonda y, finalmente, a hablar, gracias a la paciencia de su hija, que le enseñó a hablar como si se tratara de un bebé.

Sí, es cierto que los médicos le habían dado, como máximo, seis meses de vida, e incluso le habían solicitado que donara sus órganos, pero el Médico divino tiene la última palabra. Y su palabra fue: «No, todavía no. Aún voy a hacer grandes cosas a través de mi hija amada». Han transcurrido cinco años desde aquello y cada año que pasa es para Flor un milagro nuevo, porque las misericordias de Dios siempre son nuevas. Las manifestaciones del amor de Dios son tantas y tan diversas, que lo único que hace falta es desarrollar una sensibilidad, un olfato que nos permita distinguirlas, valorarlas y agradecerlas.

La vida, la salud, la comida, el abrigo, la familia, el trabajo, la amistad- todas estas cosas que tenemos hoy podrían haber dejado de existir esta misma mañana, sin embargo, Dios nos las ha renovado. No son algo con lo que debamos contar ni dar por sentado, pues eso nos llevaría a sentirnos con derecho a ellas. No son un derecho nuestro; son misericordias de Dios.

 

DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2020



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