18 de septiembre 2025 | Devoción Matutina para Damas 2025 | Bonita, pero sin fruto
El que cuidaba el terreno le contestó. «Señor, déjala todavía este año; voy a aflojarle la tierra y a echarle abono.
Con eso tal vez dará fruto; y si no, ya la cortarás»» (Lucas 13: 8-9)
La higuera es muy mencionada a lo largo de toda la Escritura. La encontramos en el Génesis, en el mismo huerto del Edén, es decir, que fue hecha por el Creador para un propósito. Sus hojas sirvieron en aquel momento para cubrir la vergüenza de la primera pareja después que, por el pecado, su desnudez quedara al descubierto (ver Génesis 3: 7). También encontramos la higuera en una parábola donde se resalta su humildad y su cuidado por la dulzura de sus buenos frutos (ver Jueces 9: 11). El registro bíblico afirma que la higuera fue sustento de los de Judá y de los israelitas durante el reinado de Salomón (1 Reyes 4: 25). También encontramos una higuera en tiempos de Jesús, la cual, a pesar de sus frondosas hojas, no tenía un solo fruto que el hambriento Maestro pudiera comer; eso lo enojó a tal grado que la maldijo, y la frondosa higuera se secó (ver Marcos 11: 12-14).
¿Por qué sucedió esto? Porque, siendo que sus hojas eran tan grandes y bonitas, era de esperar que la higuera proveyera un buen fruto. Jesús se sintió realmente chasqueado al no encontrar en ella frutos para satisfacer su hambre.
¿No sucede así en muchos corazones? Por fuera son hermosas higueras que aparentan llevar frutos, pero en realidad, están carentes de ellos. «Jesús vio su iglesia, semejante a la higuera estéril, cubierta de hojas de presunción y sin embargo carente de rica fruta. Se observaban con jactancia las formas de la religión, mientras que faltaba el espíritu de verdadera humildad, arrepentimiento y fe, o sea lo único que podía hacer aceptable el servicio ofrecido a Dios» (El conflicto de los siglos, cap. 18, pp. 315-316).
Una vida estéril es aquella que no lleva fruto; es aquella que hace alarde de su Dios y de su religión, pero que por dentro es un pozo vacío. Sin el fruto del Espíritu en nuestra vida, pronto seremos cortadas, como sucedió con la higuera de una parábola que contó Jesús (ver Lucas 13: 6-9). La buena noticia es que él es el viñador; él nos cuida con tierno amor, nos provee lo necesario y nos da una nueva oportunidad para dar frutos.
Pidamos a Dios ser higueras bonitas, con hojas frondosas pero que lleven fruto que pueda saciar el hambre de los corazones necesitados. En los próximos días veremos en qué consiste ese fruto.
Posdata: Feliz de dar fruto.
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DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2025
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