18 de octubre 2020 | Devoción Matutina para Jóvenes | Mamá Bickerdyke

Y debido a su gloria y excelencia, nos ha dado grandes y preciosas promesas. Estas promesas hacen posible que ustedes participen de la naturaleza divina y escapen de la corrupción del mundo, causada por los deseos humanos. 2 Pedro 1:4.

Mamá Bickerdyke fue una enfermera voluntaria durante la Guerra Civil Norteamericana. Trabajó primordialmente con los ejércitos de Grant y Sheridan. Tanto generales como directores médicos tuvieron que aprender la dura lección de no interferir con su método de cuidar a los soldados heridos.

En una ocasión, llegó al hospital un director médico nuevo para inspeccionar las instalaciones. Todo estaba en orden… excepto que uno de los soldados tenía seis huevos debajo de la almohada.

-¡Enfermera! ¡Venga, por favor! -llamó el médico-. Llévese esos huevos a la cocina. No permitiré que las salas se conviertan en nidos de gallinas.

-Por favor, no se lleven los huevos -les rogó el enfermo-. Me los dio Mamá Bickerdyke.

-No me importa quién se los haya dado. ¡Tienen que salir de aquí!

La enfermera recogió los huevos y dejó al soldado llorando sobre su almohada. En la cocina se encontró con Mamá Bickerdyke y le contó lo sucedido.

Mamá Bickerdyke tomó un balde lleno de huevos y se dirigió al pabellón. Sus ojos azules echaban chispas.

-¡Doctor! ¡Escuche bien! -increpó al médico mientras lo señalaba con el dedo-, ¿Qué hay de malo en complacer a un hombre enfermo con unos pocos huevos? No puede comer, y añora el día en que lo haga, aunque sea un huevo hervido. Esos huevos debajo de su almohada eran para él una esperanza del futuro. Representaban su confianza en el porvenir.

-Aquí tienes, Juan -le dijo al soldado poniéndole el balde lleno de huevos debajo de la cama-, ¡Te traje un balde lleno de huevos, y los puedes tener allí hasta que empollen, si así lo deseas!

Mamá Bickerdyke salió de la habitación. El doctor estimó prudente no ocuparse más del asunto.

Todos necesitamos «un nido lleno de huevos» cuando llegan momentos difíciles. Cada uno de ellos, en nuestro nido particular, es una promesa acerca de días mejores en el futuro.

Comparto contigo seis de los «huevos” promesas de mi nido: Salmo 47:7; Proverbios 3:5 y 6; Isaías 41:10; Mateo 11:28; Filipenses 4:13; y Filipenses 4:19. Búscalos y veamos si te gustan. Si no es así, puedes hacer tu propio «nido de promesas».

DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2020



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