18 de enero 2025 | Devoción Matutina para Damas 2025 | ¿Seguro que fue «la mano de Dios»?

«No engañe ninguno a su prójimo, sino temed a vuestro Dios, porque yo soy Jehová, vuestro Dios» (Levítico 25:17, RV95).

El Estadio Azteca de México fue testigo de la coronación de la selección argentina como campeona de la Copa Mundial de Fútbol de 1986. Casi al concluir el partido, Diego Armando Maradona saltó para alcanzar el balón con la cabeza, al tiempo que se impulsaba con el brazo izquierdo, el cual tocó el balón antes que su cabeza. La pelota fue a dar al fondo de la red y los argentinos gritaron su gol. ¿Era de verdad un triunfo merecido? Durante muchos años, el futbolista calló la verdad; sin embargo, llegó el día de revelar su tramposo gol y dijo a la prensa que había sido parte por su cabeza y parte por «la mano de Dios». Desde entonces, el gol fue bautizado como «la mano de Dios». Pero no hay nada más alejado de la verdad, pues Dios no intervino en esa tramposa jugada.
Algo similar hizo Atalía, que estaba resuelta a ser coronada reina, aunque eso implicara hacer trampas y matar a toda la descendencia real. Durante seis años ocupó el trono, lugar que no le correspondía, sino que había conseguido por medio de artimañas. No había sido la mano de Dios quien la pusiera en el trono, pero sí fue la mano de Dios quien la quitó del mismo.
Aunque por mucho tiempo una persona pueda tener en sus manos un triunfo que no le corresponde, llegará el día en que todo saldrá a la luz. Hacer trampa da el gusto de saborear una «victoria» y, sin embargo, eso no nos hace mejores que el rival. Sé que nunca has hecho una acción tan irracional como la de Atalía para obtener un triunfo, pero es posible que en algún momento hayas copiado en un examen en el cual obtuviste una buena nota, o quizás mentiste respecto a tu historial educativo para obtener un empleo. Algunos hacen trampa en las carreras cortando vueltas o tomando sustancias de alto rendimiento; otros compran credenciales para recibir más votos. Son muchas
las oportunidades que se nos presentan para obtener mayor beneficio pasajero si hacemos trampa.
Como hijas de Dios, sabemos que en cada situación de la vida debiéramos actuar con rectitud y franqueza, aunque signifique no obtener siempre los primeros lugares. Nuestra carrera cristiana debe estar libre de trampas, pues al cielo no llegará ningún tramposo. La corona será puesta al limpio de manos y puro de corazón (ver Salmo 24: 3-4).

Posdata: Feliz de no hacer trampa.

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DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2025



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