18 de diciembre 2020 | Devoción Matutina para Damas 2020 | En el Infiernillo

 

UN DÍA A LA VEZ

Lecturas Devocionales para Mujeres 2020

 

«El Señor es mi luz y mi salvación, ¿de quién podré tener miedo!’ El Señor defiende mi vida, ¿a quién habré de temer? “(Sal. 27:1).

“Matan de un balazo a Macho gringo en el Infiernillo». «Menores de edad trafican con droga en el Infiernillo, portando armas de nueve milímetros que usan indiscriminadamente contra la policía». «Las fuerzas del orden público de Costa Rica decomisan toneladas de crack y marihuana en el Infiernillo». «Dos clanes del narcotráfico se alían para tomar el control de las calles del Infiernillo». «Un joven de veintitrés años muere de un balazo en el Infiernillo por invadir territorio rival»… Estos y otros titulares de noticias se leen a diario en los periódicos de Costa Rica, reflejando crudamente la realidad que viven los habitantes de ese barrio de Majuela. Barrio cerca del cual yo me encontraba un jueves de una semana cualquiera.

Me había desplazado allí con el propósito de ir a cantar en unas campañas de evangelización que se estaban celebrando en Quitirrisí. Junto con doña Mayela, una misionera, pasamos cerca del Infiernillo, las dos en mi auto, a eso de las diez de la noche. Las calles estaban vacías y el silencio era total cuando, de pronto, oímos el ruido de una motocicleta. En seguida me puse en estado de alerta.

Seguí manejando como si nada hubiera pasado, pero la moto comenzó a perseguirnos a toda velocidad, hasta que se puso a la par nuestra. «¡Nos persiguen!», gritamos las dos al mismo tiempo y con la misma angustia. Los minutos que siguieron se nos hicieron eternos. Con sus maniobras, aquel hombre quería obligarnos a que nos bajáramos del auto y hacía ademanes de que nos quería matar. El sudor me corría por la frente. «¡Cúbrenos, Cristo, con tu sangre!», grité. Me preguntaba cómo íbamos a escapar de la muerte.

Antes de que aquel hombre tuviera tiempo de descargar su arma contra nosotras, de la nada y ocupando el medio y medio de la calle, apareció un autobús enorme y poco común que se atravesó a lo ancho de la carretera, dejando apenas espacio para un auto. Sabiendo que aquel espacio era nuestra vida, me animé a escabullirme por él. La intervención divina nos proveyó tanto el autobús como la capacidad para pasar por aquel espacio. El maleante nos perdió el rastro en las sombras de la noche.

Dios es quien te da fuerza; es la luz en tu oscuridad; es tu salvación. Cuando pases por tu Infiernillo particular, confía en él.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2020



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