17 de julio | Devocional: Alza tus ojos | Nuestro misericordioso Dios

Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Salmos 103:1,2.

Quiero llamar su atención a las preciosas promesas de la Palabra de Dios. No todos los que son hijos de Dios tienen la misma capacidad, el mismo temperamento, la misma seguridad y la misma audacia. Estoy contenta porque nuestros sentimientos no son las evidencias de que no somos hijos de Dios. El enemigo la tentará a pensar que ha hecho cosas que la separaron de Dios y que El no la ama más; pero nuestro Señor todavía nos ama, y podemos saber esto por las palabras que El se complació en registrar para casos como el suyo: “Y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. 1 Juan 2:1. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. cap. 1:9.

Ahora, mi querida hermana, tengo evidencias de que Dios la ama y el precioso Salvador, quien se dio a sí mismo por Ud., no la rechazará porque haya sido tentada y en su debilidad pudo haber sido vencida. El todavía la ama.

Pedro negó a su Señor en la hora de la prueba, pero Jesús no abandonó a su pobre discípulo. Aunque Pedro se aborrecía a sí mismo, el Señor lo amaba, y después de su resurrección lo llamó por su nombre y le dio un mensaje de amor. ¡Oh, qué Salvador tan bueno, amante y compasivo tenemos! Y nos ama aunque cometamos errores.

No se angustie hasta el punto de separarse de los brazos del querido Salvador, sino descanse confiadamente en fe. El la ama; El cuida de usted; El le dice: “Tus pecados te son perdonados”. Usted puede estar deprimida por una dolencia corporal, pero eso no es una evidencia de que el Señor no está obrando en su favor cada día. El la perdonará y lo hará abundantemente. Atesore en su alma las dulces promesas de Dios. Jesús es nuestro constante e infalible Amigo, y quiere que usted confíe en El.

Dios trabaja y Satanás también. Este quiere alejar nuestras mentes del poderoso Ayudador para que consideremos nuestra degradación del alma y hacernos sentir que todos sus poderes se han disipado, y Dios es deshonrado. Aparte su mirada de sí misma y mire la perfección de Cristo…

Jesús mira la culpa del pasado, pero habla palabras de perdón, y no debemos deshonrarlo al dudar de su amor. Ese sentimiento de culpabilidad debe ser puesto a los pies de la cruz del Calvario. El sentimiento de pecaminosidad ha envenenando la fuente de la vida y de la verdadera felicidad. Ahora Jesús dice: “Ponlo todo sobre mí. Yo llevaré tus pecados. Te daré paz. No proscribas más tu respeto propio, pues yo te he comprado con el precio de mi propia sangre. Tú eres mía. Fortaleceré tu voluntad debilitada. Quitaré tu remordimiento por tu pecado”. Entonces dirija a El su corazón agradecido, estremecido e inseguro, y aférrese de la esperanza que tiene delante.—Carta 49, del 17 de julio de 1898, dirigida a una querida hermana.

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DEVOCIONAL: ALZA TUS OJOS

Elena G. de White

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