17 de enero | Devocional: Alza tus ojos | Amar como Cristo ama

«Así que ahora les doy un nuevo mandamiento: ámense unos a otros. Tal como yo los he amado, ustedes deben amarse unos a otros». Juan 13: 34, NTV

La oración de Cristo [en Juan 17] es un buen ejemplo de su intercesión por nosotros ante el Padre. Su plegaria fue: «Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. Pero no mego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, Padre, en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado» (Juan 17: 17-23).

Quien así rogaba está intercediendo hoy delante del Padre en favor de los seres humanos a quienes redimió. Los presenta delante de Jehová diciendo: «He aquí que en las palmas de las manos te tengo» (Isa. 49: 16).

Santificación es llegar a la unidad con Cristo mediante la obediencia a la verdad; este es el propósito de Dios para nosotros. Por la santificación y la unidad los cristianos deben dar evidencia al mundo de que, mediante Cristo, se hizo una obra perfecta en favor de ellos. De esta manera deben dar testimonio de que Dios envió a su Hijo para salvar a los pecadores.

¿Permitirán ustedes que Cristo realice esta obra de santificación en sus corazones? Hoy pueden ser perfectos en él. Tienen la seguridad de que por medio de la santificación de la verdad pueden ser perfeccionados en la unidad. […]

Recuerden que cuanta más importancia den a las pequeñas diferencias de opinión, más se arraigará esa mala costumbre de andar creando normas minuciosas que sería mejor que no existieran. […] El Señor está familiarizado con el sufrimiento emocional de sus hijos. Silbe cómo a veces sus corazones están heridos, y actuará para que los afligidos sean alivia- don y ayudados. Nos dice: «Ayúdense mutuamente a soportar las dificultades» (Gál. 6: 2, Ll’H). Así que «los que somos fuertes en la fe debemos aceptar como nuestras las debilida- den de los que son menos fuertes, y no buscar lo que a nosotros mismos nos agrada» (Rom. 15:1, DHH).Tenemos que relacionamos correctamente los unos con los otros, aun cuando ento pueda demandar sacrificio. Cristo hizo un sacrificio infinito por nosotros, ¿no debiéramos nosotros entonces estar dispuestos a sacrificamos por los demás? Es necesario evitar cuidadosamente herir o lastimar los corazones de los hijos de Dios, porque cuando lo hacemos herimos y lastimamos el corazón de Cristo.— Carta 31, 17 de enero de 1904, dirigida al pastor John A. Burden y esposa y al Dr. Daniel H. Kress y esposa.

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