17 de diciembre 2020 | Devoción Matutina para Damas 2020 | ¿Hasta dónde llegarías por amor a Cristo?

 

UN DÍA A LA VEZ

Lecturas Devocionales para Mujeres 2020

 

«José de Arimatea, miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús» (Mar. 15:43, RVR).

Los discípulos no podían creer que Jesús estaba realmente muerto. Tantas veces él les había adelantado lo que sucedería, pero no lo habían comprendido.

Ahora se encontraban ante el cuerpo sin vida de su Maestro, y tenían un dilema. En los tiempos de Jesús, si alguien moría acusado de traición (como fue el caso de Jesús), no podía recibir una sepultura honrosa. Sin embargo, «aun en la muerte, el cuerpo de Cristo era precioso para sus discípulos. Anhelaban darle una sepultura honrosa, pero no sabían cómo lograrlo. La traición contra el gobierno romano era el crimen por el cual Jesús había sido condenado, y las personas ajusticiadas por esta ofensa eran remitidas a un lugar de sepultura especialmente provisto para tales criminales» (El Deseado de todas las gentes, p. 718).

¿Qué hacer? ¿Adónde ir para darle un entierro digno a Jesús? Ellos no sabían; tampoco eran personas de influencia. «En esta emergencia, José de Arimatea y Nicodemo vinieron en auxilio de los discípulos. Ambos hombres eran miembros del Sanedrín y conocían a Pilato. Ambos eran hombres de recursos e influencia. Estaban resueltos a que el cuerpo de Jesús recibiese una sepultura honrosa. José fue osadamente a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Por primera vez supo Pilato que Jesús estaba realmente muerto. Informes contradictorios le habían llegado acerca de los eventos que habían acompañado la crucifixión, pero el conocimiento de la muerte de Cristo le había sido ocultado a propósito. Pilato había sido advertido por los sacerdotes y príncipes contra el engaño de los discípulos de Cristo con respecto a su cuerpo. Por tanto, al oír la petición de José, mandó llamar al centurión que había estado encargado de la cruz y así supo con certeza de la muerte de Jesús. También oyó de él un relato de las escenas del Calvario que confirmaba el testimonio de José. El pedido de José fue concedido. Mientras Juan se preocupaba por la sepultura de su Maestro, José volvió con la orden de Pilato en busca del cuerpo de Cristo» (Ibíd.).

José de Arimatea, con decidido arrojo y denuedo, con atrevimiento y resolución, osadamente, pidió a la más alta autoridad posible lo que era necesario hacer. Todo, por amor a Jesucristo. Y tú, ¿hasta dónde llegarías por amor a él? Si te falta osadía o valor, pídele ayuda.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2020



(1810)

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