16 de septiembre | Mi vida Hoy | Elena G. de White | La verdad purifica.

Habiendo purificado vuestras almas en la obediencia de la verdad, por el Espíritu, en caridad hermanable sin fingimiento, amaos unos a otros entrañablemente de corazón puro. (1 Pedro 1:22)

El lirio del lago hunde sus raíces profundamente bajo la superficie de suciedad y limo, y a través de su corteza porosa asimila los elementos que lo ayudarán a desarrollarse y a encender su inmaculada corola que reclinará su pureza en el seno del lago.
El lirio rechaza todo lo que mancillaría o empañaría su inmaculada hermosura…Que los jóvenes se relacionen con los que temen y aman a Dios; porque estos caracteres nobles y firmes están simbolizados por el lirio que abre su purísima flor en el seno del lago. Se niegan a permitir que lo modelen las influencias que lo desmoralizarían y asimilan únicamente lo que puede contribuir a desarrollar un carácter puro y noble. Están tratando de adaptarse al modelo divino. (YI, 05-01-1893)
En la estima de Dios un corazón puro es más valioso que el oro de Ofir. Un corazón puro es el templo donde mora Dios, el santuario donde Cristo mora. Un corazón puro está por encima de lo mezquino y vil; es una luz resplandeciente, un cofre de tesoros de donde fluyen palabras elevadoras y santificadas. Es un sitio donde se reconoce la imagen de Dios, y donde la contemplación de ese reflejo causa el deleite supremo. Es un corazón que halla su placer y satisfacción únicos y plenos en Dios, y cuyos pensamientos intenciones y propósitos palpitan de santidad. Un corazón tal es un sitio sagrado; es un tesoro que abarca todas las virtudes…
Todos los pensamientos de las personas de corazón puro son puestos en cautividad en Cristo. Esos seres están ocupados pensando cómo podrán glorificar mejor a Dios. (Carta 117, 1897)
Entonces nos resultará natural buscar la pureza y la santidad como es natural que los ángeles ejecuten la misión de amor que se les encomendó. (RH, 23-10-1888) (272)

DEVOCIONAL ADVENTISTA
MI VIDA HOY
Reflexiones para cada día
Elena G. de White

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Devocional, Mi vida Hoy

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