16 de septiembre 2022 | Devoción Matutina para Menores 2022 | Mi torcido dedo meñique

«Pero procuren que esa fortaleza los lleve a la perfección, a la madurez plena, sin que les falte nada». Santiago 1:4

Mi deporte favorito siempre fue el voleibol. Formaba parte del equipo de mi colegio y nos preparábamos para el campeonato interescolar de la ciudad. Por ser un poco más alta que mis compañeras (no por destacarme en este deporte) también me escogieron para el equipo de baloncesto. Estaba segura de que ese no era mi deporte; sin embargo, era una joven entusiasta y acepté el reto.
Una mañana, luego de la rutina de entrenamientos, sonó el silbato, y empezó el juego. Me preparé para recibir mi primer pase, estiré los brazos, abrí las manos, y al llegar la pelota sentí un dolor que no quisiera repetir en mi vida. La pelota fue directamente al dedo meñique de mi mano derecha y golpeó tan fuerte la punta del dedo que torció los nudillos. Inmediatamente el dedo se hinchó y el juego terminó para mí.
En la clínica, me colocaron una venda rellena de algodón y la cubrieron de yeso. «¿Cuándo me sacarán el yeso?», pregunté. «En un mes», respondió el doctor. ¡Oh no! Esa era una mala noticia. El primer partido era en tres semanas y con ese yeso no podría jugar.
Con la mano derecha enyesada no era mucho lo que podía hacer, y a la hora del entrenamiento solo podía sentarme y mirar a mi equipo, mientras pensaba cómo hacer para acelerar mi tratamiento. Se acercaba el campeonato y mi desesperación aumentaba. Faltando tres días, se me ocurrió una idea de la que hoy no me siento orgullosa. Me saqué el algodón dentro del yeso y lo aflojé tanto que tuvieron que llevarme a la clínica para sacarme todo.
Al igual que yo, muchas personas se desesperan y no esperan que el proceso llegue a su «feliz término», no ejercen la paciente perseverancia y quieren apresurar las cosas para obtener un resultado, que no siempre es el mejor. Han transcurrido muchos años desde aquel incidente, pero hasta el día de hoy mi torcido dedo meñique me recuerda que debemos tener paciencia para no interrumpir los procesos. La única manera de llegar a un «feliz término» es permitiendo que la obra complete su proceso y llegue a su fin. Dios también quiere hacer una obra completa en ti. Permite que la termine para que seas perfecto e íntegro, sin que te falte nada.

Magaly

DEVOCIÓN MATUTINA PARA MENORES 2022



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