14 de septiembre | Exaltad a Jesús | Elena G. de White | Los poderes morales serán probados

Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud, nuestras hijas como esquinas labradas como las de un palacio. Salmos 144:12.

Es común que la disposición y los hábitos de la juventud se manifiesten en la madurez. Podemos doblar un árbol nuevo, haciéndolo adoptar casi cualquier forma que escojamos; si crece conforme a la forma que le hemos dado, será un árbol deforme que proclamará perpetuamente la herida y el abuso que recibió bajo nuestra mano. Si después de años de crecimiento, procuramos enderezarlo, todos nuestros esfuerzos serán en vano. Siempre será un árbol torcido. Así sucede con las mentes de los jóvenes. Deben ser instruidas cuidadosa y tiernamente durante la niñez. Se los puede orientar en la dirección correcta o la equivocada, y en sus vidas futuras proseguirán en la dirección que se les imprimió en su niñez. Los hábitos formados en la niñez crecerán y se fortalecerán a medida que el individuo crezca y se fortalezca, y en general permanecerán en la vida futura.
Vivimos en una época en que casi todo es superficial. Hay poca estabilidad y firmeza de carácter, porque la preparación y educación que reciben los niños desde la cuna, es superficial.
Se edifican sus caracteres sobre arena movediza. La abnegación y el autocontrol no han sido impresos en ellos. Han recibido indulgencia y atención excesiva hasta el punto de que se los ha incapacitado para la vida práctica. El amor del placer controla sus mentes, y los halagos y la indulgencia los arruina. Es necesario preparar y educar a los niños de modo que no se sorprendan de la llegada de las tentaciones, y puedan disponerse a enfrentar los peligros y las dificultades. Debiera enseñárseles a controlarse a sí mismos y a vencer con nobleza las dificultades; de este modo, si no se lanzan voluntariamente al peligro ni se colocan sin necesidad en el camino de la tentación, si evitan las malas influencias y la sociedad de individuos violentos, y luego se ven inevitablemente obligados a estar en compañía de personas peligrosas, tendrán la fortaleza de carácter necesaria para mantenerse de parte de lo correcto y preservar sus principios, y emergerán intachables, gracias al poder de Dios. Si los jóvenes y señoritas que han recibido una educación correcta hacen de Dios la fuente de su confianza, sus poderes morales podrán soportar las peores pruebas.—Testimonies forthe Church 3:143-144.
Si se pudiera despertar en los padres un sentido de la temible responsabilidad que recae sobre ellos en la tarea de educar a sus hijos, dedicarían más tiempo a la oración y menos a un innecesario despliegue de ostentación. Meditarían, estudiarían y orarían fervientemente a Dios en busca de sabiduría y ayuda divina para instruir de tal manera a sus hijos, que estos puedan desarrollar caracteres que Dios aprueba. No se sentirían ansiosos de saber cómo educar a sus niños de modo que reciban las alabanzas y el honor del mundo, sino cómo pueden educarlos para formar caracteres hermosos que Dios apruebe.—Ibid. 145.

DEVOCIONAL EXALTAD A JESÚS
Elena G. de White

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