14 de febrero | Hijos e Hijas de Dios | Elena G. de White | Todo los días ha de ser los del amor a Dios
«Jesús le dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente”». Mateo 22: 37
QUIEN TIENE EL AMOR DE DIOS implantado en el corazón, refleja la pureza y el amor que existen en Jehová, y que Cristo manifestó en este mundo. El que ama a Dios en su corazón no se opone a la ley de Dios, sino que rinde obediencia voluntaria a todos sus mandamientos; esto es lo que constituye el cristianismo.
El que ama en forma suprema a Dios, revelará amor a sus semejantes que pertenecen a Dios tanto por creación como por redención. El amor es el cumplimiento de la ley; y es deber de todo hijo de Dios obedecer sus mandamientos. […]
La ley de Dios, que es perfecta, es la única verdadera norma de carácter. El amor se expresa en la obediencia, y «el auténtico amor elimina el temor» (1 Juan 4: 18, LPH). Los que aman a Dios, tienen el sello de Dios en la frente, y actúan de acuerdo con la voluntad de Dios.
Ojalá todos los que se dicen cristianos comprendieran lo que significa amar a Dios realmente. […] Tendrían una mejor comprensión de la santidad de Dios; sabrían que él ocupa un lugar exaltado, y que la estela de su gloria llena el templo. Tendrían una influencia poderosa sobre la vida y el carácter de los que los rodean, obrarían como la levadura en la masa de la humanidad, transformando a otros por medio del poder de Jesucristo. Relacionados con la fuente del poder, nunca perderían su influencia vital, sino que crecerían siempre en eficiencia cumpliendo permanentemente la divina voluntad.— The Youth’s Instructor, 26 de julio de 1894-
DEVOCIONAL HIJOS E HIJAS DE DIOS
Elena G. de White
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