14 de febrero 2021 | Devoción Matutina para Adultos 2021 | ¿Placebo o remedio?
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1).
¿Qué es la paz? ¿Quién tiene paz? El diccionario define la paz como la situación en la que no existe lucha armada en un país o entre países; la armonía sin conflictos entre las personas; la ausencia de ruido o ajetreo; el estado de quien no está perturbado por ningún conflicto ni inquietud. La verdadera paz proviene de Dios y es el resultado de estar a bien con él y, por extensión, con los demás.
En el Antiguo Testamento, la palabra paz es shalom e indica un estado de pleno bienestar. Este es un concepto amplio, que incluye la paz espiritual —salvación—, la paz física —salud—, la paz psicológica —integración— y la paz social —justicia y libertad—.
Pablo afirma que esa verdadera paz únicamente puede venir de Dios. Es de él que la recibimos. Cuando Dios originó la vida, todo era armonía y paz. El pecado provocó división y rebeló al hombre contra Dios, con el prójimo, consigo mismo y con la naturaleza. Así, se produjo un estado de desarmonía que solo puede ser recuperado cuando restablecemos la comunión con Dios.
Todos necesitamos paz. Algunos la buscan en caminos alternativos y se apropian de placebos, es decir, de una sustancia que carece de actividad curativa, pero que puede tener un efecto terapéutico cuando el paciente que lo ingiere cree que se trata de un medicamento realmente efectivo. Desde luego, el placebo no cura la enfermedad primaria real, sino que solo puede aliviar síntomas superficiales.
En esencia, el pecado es el gran destructor de la paz, esto es, la separación de Dios que nos lleva al egocentrismo, la idolatría, el temor, la ansiedad y el odio. La paz completa es un don de Dios y se mantiene en el tiempo a través de una relación de comunión permanente, por medio del estudio de la Biblia, la oración, la meditación y el testimonio.
Necesitamos paz, perdón y el amor del cielo. Esto es algo que no se consigue con dinero, ni con inteligencia, ni con sabiduría, ni con esfuerzos personales.
“Dios lo ofrece como un don, sin dinero y sin precio.
Son nuestros, con tal que extendamos la mano para tomarlos. El Señor dice:
‘Si vuestros pecados fueren como la grana, / como la nieve serán emblanquecidos; / si fueren rojos como el carmesí, / vendrán a ser como blanca lana’ (Isa. 1:18).
‘Os daré corazón nuevo y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; / y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, /y os daré un corazón de carne’ (Eze. 36:26)” (El camino a Cristo, p. 49).
Muy pronto la paz será definitiva y eterna; mientras tanto:
No uses ningún placebo. El remedio es inmejorable.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2021
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