13 de noviembre | Hijos e Hijas de Dios | Elena G. de White | Progreso constante

«Dios no nos ha llamado a vivir en impureza, sino en santidad. […] En cuanto al amor entre hermanos, […] les rogamos, […] que […] aumente todavía más. Procuren vivir tranquilos y ocupados en sus propios asuntos, trabajando con sus manos como les hemos encargado». 1 Tesalonicenses 4: 7-11, DHH

TENEMOS A NUESTRO ALCANCE posibilidades enormes. Un ser humano, tal como el propio Creador lo considera, es un hijo de Dios. «Ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es» (1 Juan 3: 2, NVI). […]

Es nuestro privilegio apartarnos de lo bajo y vulgar, y elevarnos hacia un nivel cada vez más alto, para ser respetados por la gente y amados por Dios.

La tarea que Dios encomienda a los jóvenes, así como a las personas de todas las edades, demuestra que los considera hijos suyos. Les encomienda la tarea de gober- narse a sí mismos. Los llama a ser copartícipes en la gran obra de la redención. Como un padre toma a su hijo en sociedad en sus negocios, así también el Señor toma a sus hijos en sociedad con él. […]

Los jóvenes necesitan más y más de la gracia divina para que puedan aplicar correctamente los principios del cristianismo en su vida cotidiana. La preparación para la venida de Jesús es hecha por medio del Espíritu Santo, y merced a la acción de él, en el ejercicio de nuestras cualidades más nobles. […]

Es del todo esencial que nos mantengamos unidos a Cristo. El ha de ser nuestra fortaleza, eficiencia y poder. No podemos depender de nosotros mismos en ningún momento ni en ningún caso.

Jóvenes, acrecieten sus talentos con fidelidad, impartiendo generosamente la luz que Dios les ha dado. Estudien la mejor forma de bridar a otros paz, conocimiento y claridad de ideas, y todas las demás abundantes y ricas bendiciones del cielo que todos ustedes han recibido. «Progresen en ello más y más» (1 Tes. 4: 10, LPH). Manténganse apuntando a lo alto, siempre a lo alto, ¡cada vez más alto!

Lo que vale hoy es exigimos el máximo rendimiento de nuestras facultades físicas y mentales, manteniéndonos siempre enfocados en las realidades eternas.— The Youth’s Instructor, 25 de enero de 1910.

DEVOCIONAL ADVENTISTA

HIJOS E HIJAS DE DIOS

Elena G. de White

(1167)

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