13 de julio 2021 | Devoción Matutina para Adultos 2021 | Prisionero de Cristo

“Por esta causa yo, Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles” (Efesios 3:1).

DE LAS CATORCE Epístolas escritas por Pablo, cinco —Efesios, Filipenses, Colosenses, 2 Timoteo, Filemón— fueron muy probablemente escritas desde la prisión. Pablo llegó a considerar su encarcelamiento como parte de su actividad apostólica llamándose a sí mismo “prisionero de Cristo Jesús”. Su padecimiento fue una inspiración para los demás creyentes, y no una causa de deshonra o vergüenza.
En Filipos fue encerrado en una mazmorra con los pies en un cepo y puesto bajo custodia militar cerca del templo en Jerusalén. En Cesárea, fue prisionero en el palacio de Herodes mientras esperaba el juicio. Pablo fue llevado a Roma, donde se lo confina a arresto domiciliario, encadenado y custodiado por un soldado romano.
El apóstol considera la prisión como parte del plan de Dios. Preso, sigue predicando. Apeló a su derecho de ser juzgado en Roma a fin de poder testificar en la capital del Imperio. Se cumple en él, ser el apóstol a los gentiles.
Pablo se retrata a sí mismo como un apóstol sufriente. No reniega y no se resiente Su encarcelamiento, no es una deshonra. Es una manera de inspirar a otros y fortalecer su fe.
En Efesios, Pablo también coloca la causa del evangelio por encima de todo. Se presenta como prisionero de Cristo por los gentiles. Él podría haber sido prisionero de sus circunstancias, de su pasado, de sus limitaciones o de su naturaleza carnal. Sin embargo, se define como prisionero de Cristo por los gentiles. Un prisionero no es libre de hacer lo que quiera y está restringido de sus privilegios y deseos.
Tres veces en esta Epístola él dice “estoy preso” (3:1, 4:1, 6:20, DHH). Físicamente encarcelado, espiritualmente se considera “prisionero de Cristo” y de su causa. Su delito fue decir que los gentiles eran tan herederos de las promesas del Señor como los judíos. El odio de sus compatriotas no tenía límites, así como tampoco lo tenía su celo por salvar a todos.
“Somos cautivos de Cristo, el Señor de la vida y de su iglesia. Marchamos en pos de él porque sabemos hacia dónde se dirige.
Y de vez en cuando se nos abren los ojos y vemos a otros compañeros, también cautivados, formando parte de la misma marcha.
¡Y vale la pena!” (David Fisher).
Cuando nos reconocemos prisioneros de Cristo, somos libres del pecado y vivimos para transformar a esclavos del pecado en prisioneros del Señor.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2021



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