13 de febrero 2023 | Devoción Matutina para Jóvenes 2023 | Sin tristeza

«También vosotros ahora tenéis tristeza, pero os volveré a ver y se gozará vuestro corazón, nadie os quitará vuestro gozo.» Juan 16:22

Una de las ciudades más hermosas de Europa es Praga. Pasear por sus calles de edificios limpísimos y multicolores es como estar en un libro infantil bellamente ilustrado. Contemplar el reloj astronómico es volver al concepto del tiempo analógico cuando era más importante la calidad de vida que la cantidad de proyectos.
Cruzar el puente Carlos y subir al castillo por el callejón del oro es revivir el asfixiante mundo de Kafka. Visitar el cementerio judío es sentir el dolor del gueto, la injusticia de los intolerantes. Una ciudad bellísima con habitantes tristes. Y me lo he preguntado muchas veces, ¿por qué esas miradas sin luz?, ¿es el clima?, ¿el exceso de turistas?, ¿la herencia de tiempos pasados? Pienso que, posiblemente, una de las razones sea que es uno de los países más ateos de Europa. El famoso poeta checo, Václav Havel, que llegaría a ser presidente de la república, dijo en una ocasión:
«Aprendimos a no creer en nada, a hacer caso omiso de los demás, a preocuparnos solo por nosotros mismos. Conceptos como amor, amistad, compasión, humildad o perdón perdieron su profundidad y sus dimensiones, y para muchos de nosotros pasaron a representar tan solo singularidades psicológicas.» Y es que la fe de verdad da
alegría.
Muchos podrán decir que no hay estampa más triste que la de un creyente. Permitidme discrepar de este estereotipo. Si un creyente lo es de verdad posee algunas características que le hacen feliz. Hay cinco elementos básicos de la felicidad que se encuentran en la creencia en Jesús. El primero es el amor, desde los primeros momentos de la vida somos felices cuando nos acarician, nos susurran palabras de cariño. Si continuamos con esa práctica, es muy difícil no sentirse seguro y, por tanto, alegre. También, la sencillez, porque Jesús solo necesita un corazón sincero, lo demás son complementos. Tenemos demasiadas cosas y, quizá por ello, no disfrutamos de lo esencial. Y el agradecimiento. Recibimos la fe por gracia y con un simple «gracias» sellamos nuestra salvación. Ser agradecidos nos aleja de ese yo egoísta que no tiene saciedad y evita la insatisfacción. Además, el perdón, que es un bálsamo que perfuma nuestros días tristes y permite que nos reiniciemos como personas.
Descargar en Cristo nuestras culpabilidades revitaliza e, incluso, rejuvenece. Y, por último, la esperanza. No hay gozo mayor que saber que todo lo negativo es pasajero, que Cristo volverá de nuevo. Hay razones de peso para creer y, además, alegran el alma.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2023



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