12 febrero 2025 | Devoción Matutina para Damas 2025 | Mitomanía
«Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla, pues es mentiroso y padre de mentira» (Juan 8: 44, RV95).
Una joven de Iowa, Estados Unidos, había sido multada en repetidas ocasiones por las autoridades de la ciudad, lo que ya había supuesto la suma de una cantidad bastante alta de dinero en multas. Para librarse del problema, la joven escribió una carta al juzgado de su ciudad, haciéndose pasar por su madre e informando que su hija había fallecido. Por un tiempo, anduvo circulando de nuevo libre por las calles, hasta que cometió una infracción más y, esta vez, al ser descubierta, fue arrestada y condenada a cinco años de prisión.
La mitomanía es la enfermedad que padecen las personas con tendencia patológica a decir muchas mentiras, a engrandecer acontecimientos o a inventar fantasías. Esas mentiras que se inventan las usan para librarse de sentencias, para no perder la reputación, para encajar en un grupo o para aparentar ser lo que no son, por mencionar algunos motivos.
El primer caso de engaño tuvo como intención dañar a alguien. Satanás se encargó de difundir por todo el cielo mentiras acerca del carácter, la ley y el gobierno de Dios. No conforme con esto, siguió con sus mentiras en el huerto del Edén, y su enfermedad no ha sido ni será curada hasta que vivamos en la tierra nueva. El resultado de esa cadena de mentiras tiene al mundo en la condición deplorable que nos rodea hoy.
Las mentiras no tienen color, tamaño, ni clasificación. Una mentira es lo que es y punto. El efecto es el mismo: la degradación de la persona que la dice; pues cuando se ha dicho una mentira, se tienen que decir más para cubrir la primera y lo cierto es que no duran para siempre. Se han perdido amistades, gobiernos, matrimonios, libertades, empleos y muchas cosas más por causa de las mentiras.
¿Estamos dispuestas a perder la vida eterna también por la mancha de la mentira en nuestra vida? La buena noticia es que Jesús es la verdad y, si lo contemplamos a él, su imagen puede brillar en nosotras. Podemos ser más semejantes a Jesús. No importa lo que sucedió ayer, pidamos perdón hoy y seremos bellas hijas de Dios y no del padre de la mentira.
Posdata: Feliz por decir la verdad.
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