12 de agosto | Devocional: La fe por la cual vivo | Comiendo para la salud y la felicidad

Si pues coméis, o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo a gloria de Dios. 1 Corintios 10:31.

“Este principio debe ser el fundamento de cada acto, pensamiento y motivo: la consagración del ser entero, tanto físico como mental al dominio del Espíritu de Dios.”—Testimonies for the Church 3:84.

“Si la costumbre de complacer el apetito dominaba de tal manera a la especie que, a fin de romper su poder, el divino Hijo de Dios tuvo que ayunar casi seis semanas en favor del hombre, ¡qué obra confronta al cristiano para poder vencer como Cristo venció! El poder de la tentación a complacer el apetito pervertido puede medirse únicamente por la angustia indecible de Cristo en aquel largo ayuno en el desierto.”—Joyas de los Testimonios 1:499, 500.

“Así como nuestros primeros padres perdieron el Edén por la complacencia del apetito, nuestra única esperanza de reconquistar el Edén consiste en la firme negación del apetito y la pasión.”—Ibid. 506.

“Dios ha provisto al hombre de abundantes medios para satisfacer un apetito sano. Ha derramado delante de él los productos de la tierra: una abundante variedad de alimentos agradables al paladar y nutritivos para el organismo. Nuestro amante Padre celestial dice que podemos comer de ellos libremente. Las frutas, los cereales y vegetales preparados en forma sencilla, libres de especias y grasas, constituyen, con la leche o la crema, una dieta muy saludable. Imparten fortaleza al cuerpo y dan un vigor mental que no se obtiene por medio de una dieta estimulante.”—Counsels on Health, 114, 115.

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DEVOCIONAL: LA FE POR LA CUAL VIVO

Elena G. de White

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