11 de septiembre | La maravillosa gracia de Dios | Elena G. de White | Proporciona fortaleza ilimitada
Dios es el que me ciñe de fuerza, y quien despeja mi camino. 2 Samuel22:33.
Escasa idea tenemos de la fuerza que adquiriríamos si nos pusiéramos en contacto con la fuente de toda fuerza. Caemos repetidamente en el pecado, y creemos que deberá ser siempre así. Nos aferramos a nuestras debilidades como si fueran algo de lo cual debemos estar orgullosos. Cristo nos dice que debemos poner nuestro rostro como pedernal si queremos vencer. El llevó nuestros pecados sobre su cuerpo en un madero; y por el poder que nos ha dado, podemos resistir al mundo, a la carne y al demonio. No hablemos, pues, de nuestra debilidad y falta de eficiencia, sino de Cristo y de su fuerza. Cuando hablamos de la fuerza de Satanás, el enemigo consolida más su poder sobre nosotros. Cuando hablamos del poder del Poderoso, hacemos retirar al enemigo. Al acercarnos a Dios, Dios se acerca a nosotros.—Mensajes para los Jóvenes, 103.
La Palabra del Dios eterno es nuestra guía. Por medio de esta Palabra hemos sido hechos sabios para la salvación. Esta Palabra debe estar siempre en nuestros corazones y labios. “Escrito está” debe ser nuestra ancla. Los que hacen de la Palabra de Dios su consejera comprenden la debilidad del corazón humano y el poder de la gracia de Dios para subyugar todo impulso no santificado. Sus corazones se elevan continuamente en oración, y gozan de la protección de los santos ángeles. Cuando el enemigo irrumpe como inundación, el Espíritu de Dios levanta bandera contra él. Hay armonía en el corazón debido al impulso producido por la preciosa y poderosa influencia de la verdad.—Testimonies for the Church 6:160, 161.
Debemos estar más familiarizados con nuestras Biblias. Podríamos cerrar la puerta a muchas tentaciones si supiéramos de memoria pasajes de las Escrituras. Pongamos vallas al camino de las tentaciones diabólicas con un “Escrito está”. Tendremos que hacer frente a conflictos que prueben nuestra fe y valor, pero éstos nos fortalecerán si vencemos por la gracia que Jesús está dispuesto a darnos. Pero debemos creer; debemos asirnos de las promesas sin dudar.—Fe por la Cual Vivo, 10.
DEVOCIONAL LA MARAVILLOSA GRACIA DE DIOS
Elena G. de White
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