11 de septiembre 2021 | Devoción Matutina para Adultos 2021 | «Es necesario que yo vaya»

“Vosotros mismos sabéis, hermanos, que nuestra visita a vosotros no fue en vano” (1 Tesalonicenses 2:1).

La predicación en Tesalónica se produjo poco después de que Pablo y Silas fueran maltratados físicamente en Filipos. El castigo había sido injusto. Además, Pablo era ciudadano romano y, como tal, no debería haber sido azotado.
Por eso él dice que tuvieron osadía y confianza en Dios al anunciar el evangelio allí. A pesar del desafío de la predicación, el apóstol tenía tanto interés en agradar a Dios, que cumplía la misión llevando en poca consideración la opinión de los hombres acerca de él. Esto no significa que Pablo no respetara los sentimientos de los demás. Lo que él quiere decir es que su objetivo no era agradar a los hombres y conquistarlos por astucia, sino más bien tener la aprobación de Dios y acercar las personas al Maestro. Y por eso él no adulaba a nadie, no buscaba elogio de las personas. Su propósito era presentar el evangelio de Dios.
Pablo también escribe que se propuso ganar su propio sustento, a fin de que el evangelio fuese predicado gratuitamente. Con eso, nadie tendría motivo para acusar al apóstol de predicar por ganancia personal, pues él trabajaba para no ser un peso para sus congregaciones.
Merece ser destacado el hecho que Pablo destaca la relevancia de la Palabra de Dios, como elemento esencial de la predicación y de la transformación de las personas. Pablo fue reavivado por la Palabra de Dios.
Ser predicador de la Palabra exige una postura ética correcta, pues la predicación no ocurre solamente por el contenido presentado, sino también por la postura demostrada. Elena de White dice que mientras Pablo proclamaba con santa audacia el evangelio en la sinagoga de Tesalónica raudales de luz eran derramados. “Pablo creía en la segunda venida de Cristo.

Tan clara y vigorosamente presentó las verdades
concernientes a este acontecimiento, que esas verdades
hicieron en la mente de muchos oyentes una impresión
que nunca se borró” (Los hechos de los apóstoles, p. 185).
Pablo era osado y su misión estaba por encima de su función.
Dios estaba por encima del ser humano. La Palabra estaba
por encima de su palabra. El prójimo estaba antes que él.
Las cadenas de hierro que ataron sus pies fueron
el anticipo de la corona de oro que adornaría su cabeza.
Letie Cowman cuenta que un buen soldado romano
era el que, ante una peligrosa orden
de un superior, respondía:
“Es necesario que yo vaya, no que yo viva”.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2021



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